Las patas de los
dinosaurios se adecuaban a su tamaño y su forma de vida. Los grandes y pesados
herbívoros tenían patas anchas y de base plana para distribuir el inmenso peso
de sus cuerpos. Los dinosaurios que se veían acosados de los depredadores
necesitaban para adaptadas a la carrera para poder escapar con rapidez. Eran
diferentes de otros animales prehistóricos. Fueron los primeros animales que
caminaron erguidos sobre sus cuatro patas. A pesar de este rasgo común entre
todos los dinosaurios, sus patas eran de todas las formas y tamaños, según sus
diferentes estilos de vida. Algunos dinosaurios presentaban mortíferas garras
en la punta de los dedos. Otros usaban las patas delanteras para cuando
cazaban y sujetaban las presas, y para atacar y defenderse. Los dinosaurios
desarrollaron las patas delanteras de formas distintas, algunas con sólo dos
dedos, y las usaban de distintas maneras. Algunos tenían las patas anteriores
fuertes, largas y prensiles; y otros pequeñas, cortas y débiles, prácticamente
inútiles. Veamos varios tipos de patas.
Los hadrosaurios eran
dinosaurios con pico de pato que vivieron en diversas partes del continente.
No tenían garras afiladas par ahuyentar a los depredadores. Se defendían
huyendo, una manera menos espectacular. Confiaban en su velocidad para ponerse
a salvo cuando percibían señales de peligro. Por fortuna, sus patas estaban
perfectamente adaptadas para emprender una veloz retirada. En lugar de
afiladas garras, los fuertes y gruesos dedos de sus patas acababan en anchos
cascos de hueso. Estos cascos especiales les ayudaban a mantener el equilibrio
y pisar con firmeza cuando se alejaban a la carrera de los depredadores.
Aunque eran dinosaurios completamente distintos, su esqueleto y el de los
grandes terópodos se asimilaban en cierto modo. Los dos se apoyaban sobre unas
patas traseras muy fuertes, pero los hadrosaurios y otros ornitópodos grandes,
no poseían brazos, sino patas delanteras. Cuando se cansaban de caminar sobre
las patas traseras, se inclinaban hacia delante sobre las delanteras y
descansaba. Al igual que un canguro y un gorila actuales, este dinosaurio
también podía caminar a cuatro patas. Esto era especialmente útil si pastaba
entre las plantas bajas mientras avanzaba. Lo sabemos porque en lugar de
garras tenía pequeños cascos en la punta de los dedos, que utilizaba para
soportar el peso de la parte delantera de su cuerpo. En un día, se creyó que
estos dinosaurios tenían patas palmeadas. Hoy día, los expertos lo creen poco
probable. Los primeros paleontólogos descubrieron huellas fósiles con marcas
de piel entre los dedos. Pensaron que eran una prueba de que estos dinosaurios
tenían las patas palmeadas, como los patos actuales. El
Iguanodon
era un pariente cercano de los hadrosaurios. Tenía cuatro dedos y un pulgar
asombroso. Los primeros eran anchos y estaban provistos de uñas parecidas a
cascos y estaban provistos de uñas parecidas a cascos que ayudaban al
dinosaurio a caminar. Los cuatro dedos formaban un ángulo recto con la muñeca
y los usaba para sujetar ramas. Su pulgar era una mortífera púa con la que el
herbívoro se defendía.
Cuando los científicos
vieron los primeros fósiles de un pequeño ornitópodo llamado
Hypsilophodon, creyeron que eran los de un ave prehistórica. Sus dedos
eran tan largos, que algunos expertos pensaron que su dueño los usaba para
colgarse de las ramas. Ahora creen que estaban perfectamente adaptadas para
alejarse corriendo de los depredadores, Esas patas terminaban en cuatro dedos
que podían extenderse y abarcar una amplia superficie. Las patas de sus
pequeños parientes eran muy similares. El
Heterodontosaurus era otro Ornitópodo pequeño. Los herbívoros no
suelen estar bien equipados para la lucha, pero estos pequeños dinosaurios
eran una excepción. Tenían las patas delanteras muy fuertes y podían forcejear
con los atacantes. Usaban las patas delanteras para defenderse. Eran lo
bastante fuertes para resultar útiles cuando un depredador se acercaba
demasiado. El Psittacosaurus tenía cuatro largos dedos en cada pata
delantera. Probablemente los usaba, sobre todo, para caminar, pero cuando
divisaba un árbol apetecible, se incorporaba sobre las patas traseras,
alargaba las delanteras y tiraba de la rama más apetitosa para acercarla a su
pico de loro.
Muchos dinosaurios
primitivos, como los prosaurópodos, tenían cinco dedos, como las personas. El
Plateosaurus, uno de ellos, doblaba hacia atrás sus cinco dedos flexibles
para apoyarse en el suelo. También podía doblar los dedos hacia delante para
sujetar y quizá excavar el terreno en busca de raíces jugosas.
Algunos de los enormes
saurópodos pesaban varias docenas de toneladas. Cada una de las inmensas patas
de estos colosos podrían compararse a las de un elefante actual; de base ancha
y circular, perfecta para evitar que los animales se quedaran clavados en el
suelo. Los huesos de sus patas eran muy resistentes, y sus dedos podían
abrirse para distribuir mejor el peso de sus enormes cuerpos. Como las
catedrales, que necesitan pilares enormes para soportar techumbres tan
pesadas, los saurópodos necesitaban patas como columnas para aguantar su peso.
Los omoplatos eran una parte muy importante del esqueleto de los saurópodos.
Unían las patas delanteras al cuerpo, y aguantaban sus enormes cuerpos
rollizos. Un omoplato de la mayoría de ellos era tan grande como un humano
adulto. Sus patas constituían además el único medio de defensa, pues algunas
veces tenían que enfrentarse a coces a otros dinosaurios carnívoros. A pesar
de que los había que alcanzaban el equivalente al de varias docenas de coches
familiares sumados. Sus patas traseras los sostenían cuando alcanzaban las
hojas de los árboles. El fémur, hueso del muslo, de sus patas traseras era
completamente recto. Si hubiera presentado curvatura, aun en medida mínima, la
pierna hubiera resultado muy débil.
Los dromeosáuridos,
como el Deinonychus, podía
mantener su presa a distancia. En el extremo de sus patas delanteras este
dinosaurio tenía tres garras parecidas a grandes garfios. Las patas delanteras
eran lo bastante largas como para tener apartada a su víctima mientras le
asestaba zarpazos. Las cicatrices encontradas en los huesos fosilizados
muestran que tenía los omoplatos y los brazos muy fuertes. Muchos expertos
están de acuerdo en que las aves evolucionaron a partir de un pequeño
dinosaurio hace millones de años. Los científicos observan las patas de los
dinosaurios e intentan adivinar cómo se convirtieron en alas. Donde las
muñecas del Deinonychus se
unían a sus brazos había un hueso en forma de luna, muy similar al hueso de
las alas del Archaeopteryx,
una de las primeras aves. Las patas delanteras del
Deinocherius eran más largas que un adulto humano. Los expertos creen
que era un dinosaurio muy parecido al avestruz. Quizá se asemejara al
Gallimimus, un dinosaurio avestruz, con las patas delanteras bastante
largas. Aunque las patas parecían letales, al
Deinocherius quizá sólo le servían para alcanzar las ramas con las
hojas más jugosas. Este dinosaurio comía además pequeños animales. El
inteligente Dromiceiomimus,
y otros ornitomimosaurios, eran unos veloces dinosaurios avestruz que cazaban
pequeños animales de movimientos rápidos. Tenían tres largos dedos en las
patas delanteras, que usaban para sujetar a sus víctimas. Es posible que
arrancara frutos y bayas con sus dedos provistos de garras para variar su
dieta.
Los grandes terópodos
no necesitaban huir del peligro corriendo. Normalmente, ellos eran el peligro.
Pocos dinosaurios tenían alguna oportunidad contra sus afiladas garras.
Contaban con cuatro dedos en cada pata trasera; uno de ellos armado con una
garra que apuntaba hacia atrás, ideal para rasgar de un solo golpe el blando
vientre de su presa. Los otros tres dedos también disponían de garras, pero
orientadas hacia delante. Las usaban para despedazar a sus infortunadas
víctimas. Algunos dinosaurios carnívoros bípedos eran muy veloces. Para su
tamaño, algunos de los más pequeños tenían las patas más largas. Los
dinosaurios de patas largas daban grandes pasos, como los corredores de
atletismo, con lo que cubrían las distancias muy deprisa. Sus largos huesos y
sus muslos musculosos alcanzaban notables velocidades. Pero, a diferencia de
sus patas traseras, las patas delanteras de algunos eran ridículamente
pequeñas. Uno de los dinosaurios más feroces, el
Carnotaurus, tenía un cuerpo enorme, dientes para rasgar la carne y
patas traseras muy fuertes, pero las delanteras eran cortas y regordetas, más
débiles que las de otros grandes carnívoros. Probablemente no las usaba
demasiado. En proporción a su tamaño, el
Tarbosaurus tenía las patas delanteras más pequeñas que cualquier otro
dinosaurio. Sólo contaba con dos dedos y muy débiles, inadecuados para luchar.
Pero los expertos creen que pudo usar las garras como garfios para afianzarse
sobre el terreno cuando se impulsaba para erguir su pesado cuerpo. También
recurría a dedos y garras para sujetar las presas que se revolvían, mientras
las desgarraba a dentelladas.