Afilados como
cuchillas, dentados como sierras o en forma de hoja, los dientes nos pueden
contar mucho sobre cómo vivieron los dinosaurios. Si un científico encuentra
una mandíbula tachonada de colmillos puntiagudos, enseguida sabrá que estos
dientes no pertenecían a un pacífico vegetariano, sino a un carnívoro
sediento de sangre.
Al contrario que los
humanos, obligados a cuidar su dentadura si no quieren visitar al dentista
demasiado a menudo, los dinosaurios carnívoros se podían permitir olvidarse
de sus dientes. Si uno se les rompía o se caía, les crecía otro en su
lugar.
Si mirásemos al
microscopio un diente de un carnívoro veríamos que el filo parece el de una
sierra. Los dientes estaban además dirigidos hacia el interior de la boca,
para sujetar mejor la presa, que intentaría escapar. Una vez el dinosaurio
hincaba los dientes en la carne de la víctima, a ésta no le quedaba ninguna
esperanza de sobrevivir.
Los dinosaurios
vegetarianos poseían unos dientes muy adecuados para su dieta. Como los
caballos y las ovejas actuales, tenían los dientes diseñados para arrancar
ramas y desmenuzar y triturar plantas duras.
Algunos dinosaurios,
como ciertos saurópodos, no tenían dientes para masticar. Raían las hojas
de las ramas con sus dientes, afilados como lápices, y se las tragaban
enteras. El estómago se encargaba de descomponerlas.
Los ornitópodos sí
podían desmenuzar la comida. Sus mandíbulas inferiores se movían a un lado
y a otro al abrir y cerrar la boca. Los ornitópodos más recientes también
podían masticar. Tras el pico y las mandíbulas de algunos se escondían dos
hileras de dientes afilados. La hilera superior y la inferior encajaban
perfectamente al cerrar la boca, lo que ayudaba a desmenuzar la comida.
Los ceratópsidos
tenían cientos de dientes. Estaban anclados en la mandíbula con raíces en
forma de V encajadas unas con otras. Cuando cerraban la boca, sus dientes
superiores e inferiores se movían como una podadora, cortando la comida en
trozos lo suficientemente pequeños para ser tragados.
Los dinosaurios con
pico pato tenían, algunos, miles de dientes fuertes con los que trituraban
los vegetales hasta convertirlos en pulpa. Los dientes estaban unidos entre
sí y formaban una pared sólida. Cuando el dinosaurio masticaba, esas paredes
machacaban las plantas.