La mayoría de los
dinosaurios usaban la cola para defenderse de los depredadores. Al Diplodocus,
por ejemplo, le caracterizaba una cola muy larga, que usaba como látigo si se
veía amenazado por un enemigo. El Stegosaurus tenía espinas en la
cola que podían herir gravemente a un dinosaurio agresivo, y la cola en forma
de porra del Euplocephalus también era un peligro para los
carnívoros. Sin embargo, éstos no necesitaban emplear la cola para
defenderse, puesto que contaban con garras y dientes. Se servían de la cola
para mantener el equilibro mientras corrían.
Cerca del extremo de la
cola, el Stegosaurus tenía dos pares de grandes púas de hueso y con
la punta muy aguzada. Ésas eran sus armas, y las usaba para defenderse de los
depredadores al acecho. Si le atacaban, el Stegosaurus golpeaba con la
cola, y las púas de clavaban profundamente en la carne de su enemigo.
El
Iguanodon no
tenía la cola en forma de porra ni provista de espinas para defenderse. Su
arma eran los afilados espolones de los pulgares. Usaba la cola, de 4 metros
de longitud, para mantener el equilibrio cuando se incorporaba y andaba sobre
las patas traseras. Debido a la potencia de su cola, algunos expertos creen
que el
Iguanodon se apoyaba a veces sobre ella, como los canguros
actuales.
El Deinonychus,
carnívoro temible, tampoco necesitaba servirse de la cola: atacaba con sus
grandes garras curvas. Usaba la cola para mantener el equilibrio, y la
mantenía tiesa y paralela al suelo para correr. Se ponía rígida mediante
una especie de varillas óseas. Algunos paleontólogos creen que el Deinonychus
usaba la cola como timón para maniobrar y esquivar los objetos durante la
carrera.
Ni siquiera los mayores
dinosaurios estaban a salvo de las agresiones. El Diplodocus era
enorme, pero tenía que usar la cola, tan larga como el resto de su cuerpo,
como látigo para defenderse de los depredadores carnívoros como el Ceratosaurus.
Un golpe certero con aquella cola tuvo que ser terrible para un enemigo. La
cola también servía al Diplodocus para mantener el equilibrio cuando se
incorporaba sobre las patas traseras a fin de alcanzar las hojas más altas de
los árboles. La cola, que se iba adelgazando hacia el extremo, constaba de 73
huesos.
La gran porra del
extremo de la cola del Euplocephalus era de hueso. Cuando este
dinosaurio era atacado, empleaba los potentes músculos de la cola para
golpear a sus enemigos, a los que podía fracturar los huesos de las
extremidades. Esta porra alcanzaba a veces un metro de ancho. Un mazazo con
ella equivalía a arrojarle a uno una nevera.
Aunque el Tyrannosaurus rex es uno de los dinosaurios más temidos, aún no se han encontrado
fósiles de todos los huesos del extremo de la cola, por lo que nadie conoce
exactamente la longitud que alcanzaba. Muchos científicos creen que la cola
era tan larga que la arrastraba al caminar. El Tyrannosaurus rex sólo usaba
la cola para mantener el equilibrio.