A continuación, se
preparan los huesos para el transporte, que es una parte arriesgada en todo
este trabajo. A pesar de su enorme tamaño, los huesos de los dinosaurios
pueden ser frágiles, y hay que protegerlos de las fracturas cuando se los
levanta y durante el tránsito. En primer lugar, se cavan zanjas profundas en
torno al hueso. Los huesos aislados se extraen de uno en uno, pero cuando
están superpuestos formando una gran masa, hay que extraerlos en grandes
bloques. Se cubre el hueso con papel húmedo, para separarlo, y a
continuación se empapan en yeso unas tiras de arpillera y se las dispone por
encima. Se aplican varias capas de estas vendas hasta que el hueso quede
cubierto de una coraza, como el molde de escayola que se aplica en el hospital
a los huesos rotos.
Después de aplicar el
molde sobre el fósil, se utiliza una palanca para separarlo de la roca que
hay debajo y se lo da vuelta. Se separan la arenisca y el esquisto sueltos que
queden debajo y se aplica un molde de yeso a la parte inferior del hueso.
Ahora que está encerrado en un capullo duro, se le puede retirar de su sitio.
Los huesos pequeños se transportan con la mano, pero para los bloques más
grandes se necesitan trineos o carretas. Un bloque único, aunque corresponda
a un dinosaurio de tamaño modesto, puede llegar a pesar cinco toneladas, y
transportarlo hasta los vehículos que lo han de llevar puede resultar una
tarea de ingeniería muy compleja, sobre todo si el yacimiento se encuentra en
un barranco alejado e inaccesible.