La excavación de un
  esqueleto de dinosaurio a lo largo de un período de varias semanas, y su
  preparación cuidadosa para transportarlo, no es más que el comienzo de la
  tarea. Las etapas siguientes, en el laboratorio, pueden llevar años y en
  ellas participan diversos expertos con conocimientos específicos: los
  preparadores, que limpian los huesos y eliminan por completo la matriz o la
  roca que los rodea; los conservadores, que aplican tratamientos mecánicos y
  químicos a los especimenes problemáticos que, de otro modo, se
  desintegrarían; los paleontólogos, que estudian los huesos y procuran
  interpretar qué son y lo que nos dicen; los ingenieros, que preparan los
  complejos armazones necesarios para montar el esqueleto en una actitud
  natural; los artistas científicos, que dibujan los huesos para publicarlos
  junto con la descripción técnica; y los diseñadores y educadores, que
  presentan la información al público en forma de exposiciones, libros y
  películas.