En el registro fósil
  se conservan muy pocas partes blandas de los dinosaurios. No obstante, algunos
  fósiles nos proporcionan indicios importantes sobre una variedad de
  estructuras blandas. Los más frecuentes son los que se adhieren directamente
  a los huesos, por ejemplo los cartílagos, los tendones y los músculos. El
  cartílago es un material flexible que se relaciona estrechamente con el
  hueso, sobre todo en los animales jóvenes, como precursor o anteproyecto de
  los futuros en pleno desarrollo.
      Por ejemplo, los huesos
  de un dinosaurio joven a veces presentan rastros de cartílago en los
  extremos, lo cual nos da una pista de la edad que tenía el animal al morir.
  Los tendones son listas flexibles y carnosas de tejido conectivo, que sujetan
  los músculos a los huesos. Emiten fibras que penetran en lo más profundo del
  tejido óseo con el fin de proporcionar una adherencia firme; el lugar donde
  están situados estos invasores fibrosos se puede apreciar al microscopio en
  un corte transversal del hueso. Los mismos músculos se pueden insertar de
  forma directa, en zonas amplias, cuando no se ejerce una fuerza excesiva que
  requiera un tendón separado. Las localizaciones de los puntos de adherencia
  dejan marcas y procesos o nudos característicos sobre la superficie del
  hueso, que permiten la reconstrucción tentativa de los músculos.
      Las escamas de los
  reptiles, los picos y las plumas de las aves, y las uñas, las garras y el
  pelaje de los mamíferos están hechos de una proteína flexible, la
  queratina. Este es, en esencia, un tejido muerto cuando ha terminado de
  formarse, motivo por el cual no se siente dolor al cortarlo. Los dinosaurios
  poseían una apreciable cantidad de estructura queratinosas. Ciertos
  herbívoros, sobre todo los de pico de pato, disponían de un pico córneo,
  queratinoso, que encajaba sobre los huesos del morro como el pico de un ave o
  una tortuga. La queratina sólo se fosiliza en contadas ocasiones, pero en
  algunos ejemplares en excelente estado de conservación se puede observar con
  toda claridad una impresión en la que aparece la forma de la cubierta de una
  garra o un pico córneos.
      Los moldes del interior
  de los huesos a veces ofrecen una gran cantidad de información inesperada.
  Por ejemplo, la caja craneana de un dinosaurio característico era una caja
  ósea relativamente pequeña y compleja, situada en el interior de la caja
  externa evidente, que es el cráneo. Imaginemos el esqueleto de la cabeza de
  un dinosaurio como una caja de zapatos con una caja de cerillas dentro que
  contenía el cerebro. La caja craneana se ajustaba estrechamente en torno al
  cerebro y los nervios craneanos que conectaban con los órganos de los
  sentidos. Un molde del interior de los huesos de la caja craneana, realizado
  en plástico o caucho flexible, nos puede enseñar la forma y el tamaño
  exactos de todas las partes del cerebro de un dinosaurio, lo que permite
  serias especulaciones en torno a sus sentidos y a su nivel de inteligencia.
      Existen escasas
  impresiones de la piel de los dinosaurios, salvo en el caso de los
  anquilosaurios, unos herbívoros recubiertos de una coraza con ajustadas
  protuberancias óseas o nódulos, dentro de la piel. Los famosos hadrosaurios
  momificados de las rocas del Cretácico, procedentes de Canadá, presentan
  impresiones de la piel de unos herbívoros que no estaban acorazados. Se
  supone que los esqueletos se secaron al sol enseguida; los líquidos
  corporales se eliminaron en cuestión de horas o de días; y todo el esqueleto
  correoso quedó sepultado antes de sufrir el ataque de los carroñeros. Este
  proceso de fosilización ocurre en la actualidad con los cuerpos de los
  vacunos y de los camellos en las regiones secas de África y Asia. Los
  fósiles que se forman de esta manera presentan impresiones de la piel y de
  partes de la carne.
      Los huevos y los nidos
  de dinosaurios se han encontrado en distintas formaciones geológicas, pero
  son más frecuentes en los depósitos del Cretácico superior, situados en el
  sur de Francia, India y la región del centro de Estados Unidos. Se desconoce
  el motivo de su escasez durante el Triásico y el Jurásico. En casi todos los
  aspectos, la estructura del cascarón de los dinosaurios es muy similar a la
  de las aves. Los huevos de dinosaurio son de forma variada, que va desde la
  esférica hasta la delgada, casi como un cigarro; los ejemplares más grandes
  llegan a medir treinta centímetros. Se han encontrado huesos aislados y
  también en distribuciones específicas que sugieren que la construcción del
  nido y la puesta de los huesos estaba muy controlada por los padres. A veces
  los huevos contienen embriones, y entonces nos dan más información sobre la
  reproducción de los dinosaurios y la conducta de los padres.