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    Portada - Árbol genealógico de los dinosaurios - Terópodos - Carnosaurios - Barioníquidos - Baryonyx

    Baryonyx

    Baryonyx: Significa garra pesada. Uno de los descubrimientos de dinosaurios más importantes de los últimos años es el de este animal. William Walker, un aficionado y entusiasta coleccionista de fósiles, hizo el descubrimiento de su vida a principios de 1983, en un pozo artesiano en Surrey. Estaba seguro de que encontraría huesos de dinosaurio en ese lugar, puesto que allí ya se habían hallado huesos del Iguanodon y de cocodrilos, entre rocas de la edad correspondiente, Cretácico inferior, y del tipo adecuado, areniscas y arcillas costeras. Allí encontró los primeros restos, y entre éstos se incluían una garra enorme rota en dos o tres trozos grandes, del tamaño de un pie humano. Era evidente que no se trataba de una garra común. Walker llevó este fósil espectacular al Museo Británico, Historia Natural de Londres, donde los paleontólogos confirmaron que se trataba de un ejemplar único. Organizaron una gran expedición a escala en la zona, aunque no tenían esperanzas de hallar el resto del esqueleto, puesto que en el mismo sitio estaban trabajando por entonces enormes máquinas industriales. Finalmente, pese a este pronóstico, se pudo recuperar la mayor parte del esqueleto y del cráneo del super garras, como se le apodó. Por desgracia, casi todos los huesos estaban encerrados en un nódulo dura de mineral de hierro, y ha llevado unos cuantos años extraerlos de allí. Pero tanto trabajo tuvo una recompensa, el cráneo y el esqueleto sorprendieron mucho más de lo previsto, cuando los paleontólogos ingleses tuvieron ocasión de estudiarlos. Hasta ahora sólo se han encontrado aproximadamente la mitad de los huesos. Se han reconstruido los huesos encontrados y reproducidos los que faltan, y luego se ha averiguado su forma fijándose en sus vértebras. El resultado fue y sigue siendo impresionante. En 1986 se realizó el primer informe científico sobre este dinosaurio, los doctores Angela Milner y Alan Charing del museo que hemos nombrado antes, lo llamados Baryonyx walkerii, en honor del señor Walker, su descubridor. Publicaron en ese año una breve descripción en Nature, una publicación científica internacional. Resultó que tenía el cuerpo de un dinosaurio Terópodo carnosaurio, pero la cabeza como la de los cocodrilos. Fue un dato totalmente inesperado, ya que la mayoría de los terópodos tenían mandíbulas profundas y poderosas, con la cabeza corta y ancha, provistas de un número bastante reducido de dientes, la adaptación ideal para matar animales de presa y arrancarles la carne; pero, al contrario a que sus parientes, este animal tenía la cabeza totalmente al contrario. ¿Y la inmensa garra? Lamentablemente no había ningún dato que indicara si la garra pertenecía a las patas delanteras o a las traseras. Tal vez esto parezca ridículo, cuando se conoce buena parte del esqueleto, pero para que un paleontólogo tenga que estar seguro de cómo encajan los huesos es necesario encontrarlos conectados, con las articulaciones pertenecientes buen estado de conservación. La garra, por analogía con los animales vivos que están dotados de ellas, probablemente se utilizaría para desgarrar las presas. ¿Cómo vivía este dinosaurio? Tenía la cabeza larga y baja, con mandíbulas parecidas a la de un cocodrilo y con una protuberancia en la coronilla. La cabeza se mantenía muy alta, al extremo de un largo cuello recto. Sus ojos estaban situados muy atrás y un poco hacia los lados de la cabeza. Esto significa que podía cubrir una amplia zona a su alrededor, lo cual era esencial para mantener la vigilancia ante sus implacables enemigos. En el interior de las mandíbulas había docenas de dientes letalmente afilados, con forma curva. Tenía más dientes que cualquier otro terópodo, con 32 de ellos en cada mandíbula. Los que estaban situados en la parte anterior del hocico eran mayores. Más atrás había otros más pequeños en forma de lápiz, parecidos a los de otros animales que comen pesado, como los cocodrilos, por lo que algunos expertos creen que también se alimentaba de peces. Con los dientes podía sujetar a los peces antes de engullirlos. Tenía la longitud de un autobús, y la altura de un oso polar erguido. Su largo cuello descendía hasta las estrechas paletillas; el cuerpo se ensanchaba progresivamente hasta los cuartos traseros. Un hombre alto probablemente podía mirar directamente a sus caderas. La cola, larga y flexible, se mantenía por encima del suelo cuando el animal caminaba a cuatro patas y le servía para conservar el equilibrio cuando se incorporaba sobre sus patas traseras. Caminaba normalmente sobre sus fuertes patas traseras y usaba las delanteras, más cortas, para sujetar a su presa; pero, aún así, más largas relativamente que la mayoría de otros dinosaurios carnívoros. Sin embargo, a veces quizá se abría paso entre la vegetación prehistórica a cuatro patas, pegándole contra el suelo para mantenerse oculto a la vista de otros dinosaurios mayores que él y mucho más peligrosos. Sus características más distintivas eran las afiladísimas garras que presentaba al extremo de los tres dedos de sus patas. Estas garras medían 31 centímetros midiéndolas desde la curva exterior, y tenían forma de hoz. Este dinosaurio frecuentaba las tierras bajas, cálidas y húmedas, cubiertas de abundante vegetación subtropical. En la región abundaban los ríos y los lagos, que contenían gran variedad de peces. De hecho, se han encontrado algunas escamas de un pez óseo primitivo llamado Lepidotes, un pariente antiguo del esturión moderno, en las proximidades de su caja torácica. Milner y Charing sugirieron que quizá se alimentaba de pez, lo que explicaría su cabeza, similar a la de un cocodrilo. Pero no pudieron comentar si lo hacía como los cocodrilos, nadando con fuerza en medio de los ríos y los lagos, o metiendo las patas en el agua, desde la orilla, porque no se conocían demasiado los huesos de las extremidades. La correspondencia posterior que se publicó en Nature incluyó le proposición de que quizá acechaba en las orillas de los ríos y utilizaba sus pavorosos instrumentos en atrapar a los peces. Probablemente esperaba en silencio junto al agua. Cuando un pez se acercaba nadando, el dinosaurio usaba su garra para ensartarlo y sacarlo bruscamente del agua, como hacen los osos grises de hoy en día. La garra debió de haberle servido como un buen cucharón. Pero como habría hecho falta una enorme cantidad de peces para satisfacer el apetito de este gran animal, algunos expertos creen que usaba la garra también para atacar y matas a otros dinosaurios como el Iguanodon. Cuando ese herbívoro estaba muerto, usaba sus mandíbulas de cocodrilo para alimentarse con el cadáver. Pero esto último no es muy probable, pues tenía las mandíbulas demasiado estrechas para luchar cuerpo a cuerpo con otro animal, y los dientes no habrían servido para cortar huesos y pieles duras. Quizá se pudo haber alimentado de carroña o animales muertos. Este es un ejemplo de los problemas y la fascinación que surgen del estudio de los problemas y la fascinación que surgen del estudio del aspecto biológico de los dinosaurios. Los huesos proporcionan los paleontólogos mucha información, pero tienen sus limitaciones. En el caso de este animal todavía quedan esperanzas, ya que no se han preparado aún todos los huesos en el laboratorio y también hay que completar el estudio. Además, se pueden contemplar otros ejemplares, ya que el pozo artesiano sigue siendo accesible, y los buscadores de fósiles lo registran a menudo para ver si las máquinas excavadoras han descubierto algo nuevo. Medía 9 metros desde la punta de la cola hasta el hocico y unos 4 metros de altura. Su peso se estima en unos 2.000 kilos. Vivió hace 125 millones de años, a principios del período Cretácico, en el sur de Inglaterra.

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