Macairodóntidos
Los macairodóntidos son muchísimo más conocidos por el nombre de "dientes de sable", actualmente extintos. Los mamíferos cazadores más importantes de hoy son los cánidos, como zorros y chacales, y los felinos, como leones y linces, que se distinguen muy fácilmente. Al correr por la calle, un perro produce un sonido rítmico cuando sus garras chocan contra el suelo. Sin embargo, es imposible oír a un felino, diferencia ésta muy importante. Los cánidos cazan persiguiendo a sus presas a la carrera. Los felinos cazan saltando sobre ellas por sorpresa. Los felinos son silenciosos porque sus garras son retráctiles, pueden encogerse entre los dedos, y entonces el animal avanza sin hace ruido. Los felinos sólo extienden las garras para luchar y matar. Los perros no pueden retraer sus garras, y corren apoyándose en ellas. Si encontramos fósiles de un mamífero carnívoro que pudiera ser un felino o un cánido, los huesos de los dedos nos indicarán de cuál se trata. Otras pistas incluyen el cráneo corto y los grandes dientes en los carillos para desgarrar carne que tienen los felinos. Estas pistas son necesarias porque algunos de los felinos primitivos no se parecían a los actuales. Uno de los primeros fue el Dinictis, que vivió en el Oligoceno. Todos los felinos modernos matan a su presa mordiéndole en el cuello y rompiéndole la columna vertebral. Muchos felinos prehistóricos también actuaban así, pero otros cazaban apuñalando a sus presas con sus grandes caninos o colmillos y esperaban a que murieran desangradas. Todos los felinos que apuñalaban tenían dientes grandes. Los verdaderos felinos con dientes de sable, como el Smilodon, alcanzaban el tamaño de leones actuales. Los músculos del cuello y de las paletillas les proporcionaban la potencia necesaria para clavar los grandes dientes de sable en la carne de la víctima. Algunos de ellos, como el Eusmilus, si no fuera por sus patas cortas, parecería un felino de dientes de sable. Se alimentaba de lo mismo de esto y desarrolló sus mismas armas. Los científicos llaman a este fenómeno evolución convergente. Aunque aquí nos hemos centrado en animales grandes, la mayoría de los felinos prehistóricos eran pequeños. El mayor que se conoce sin dientes de sable era el león de las cavernas, Panthera spelaea, estrechamente emparentado con el león africano actual, Panthera leo. - Dinictis: Conocemos su forma por su esqueleto, pero no sabemos de qué color era. Quizá se pareciera al moderno ocelote. Era uno de los primeros felinos, que alcanzaba el tamaño de un gato doméstico, pero con las patas más cortas. Cazaba en las zonas boscosas de América del Norte durante el Oligoceno. - Megatereon: Era un felino primitivo y tenía colmillos mucho mayores que los de un felino que mordía, muy parecidos a dagas. Vivió durante el período Plioceno y se extendió por casi todo el mundo. - Homotherium: Se le conoce también como felino con dientes de cimitarra porque sus colmillos eran curvos y muy afilados, como ese tipo de espada. Con sus largas patas delanteras y las traseras más cortas, probablemente se parecía a las hienas actuales. Caminaba como los osos y no era muy rápido. Pero esto no constituía un problema, ya que se alimentaba de mamuts, más lentos que él. Lo sabemos porque se han encontrado esqueletos de familias enteras de este felino junto a los huesos esparcidos de mamuts de Texas, EE.UU. También vivió en Europa durante el período Pleistoceno. - Eusmilus: No era un verdadero felino con dientes de sable. Se alimentaba del mismo tipo de animales que éstos, y por eso desarrolló idénticas armas, sus enormes dientes y sus fuertes músculos. Los científicos llaman a este fenómeno evolución convergente. Vivió hace 35 millones de años, en el Oligoceno. - Smilodon: También llamado diente biselado. Ni siquiera los animales del tamaño de un elefante estaban a salvo de este mamífero. Encaramado a la rama de un árbol, esperaba a que pasase una víctima de movimientos lentos. Para atacar, saltaba hacia arriba y caía sobre su presa con las mandíbulas abiertas de par en par, para acuchillarla una y otra vez con sus dos dientes de sable. Conocía los puntos débiles de sus víctimas. Su objetivo era la garganta de los animales de piel gruesa, sujetaba un pliegue de piel y arrancaba un bocado de carne. Las arterias del cuello resultan seccionadas, y el animal se desangra hasta quedar demasiado débil para luchar. Entonces empezaba el festían del depredador. Sus largos dientes eran demasiado débiles para sujetar una presa que forcejeara para liberarse. Los expertos han descubierto que los dientes más largos no tenían raíces profundas. Si un animal se defendía, sus colmillos podían romperse con los movimientos bruscos y las contorsiones. Por eso, el felino sólo usaba estos dientes como puñales, y esperaba pacientemente a que su víctima muriera desangrada. Imagina sus monstruosos colmillos al lado de esta página. Llegarían más abajo de la mitad de la hoja. Aun con la boca cerrada, los dientes siempre quedaban al descubierto. Estaban sostenidos y protegidos por la mandíbula inferior, que impedía que se quebraran cuando perforaba la piel de un animal. La boca se abría increíblemente cuando bajaba la mandíbula inferior, lo que daba mayor potencia a los largos dientes cuando se clavaban. Era necesario un golpe equivalente a un martillazo para que las puntas romas de los dientes atravesaran la gruesa piel de la víctima. Los expertos creen probable que fuera carroñero, además de cazador. Hace más de 10.000 años, en el rancho de La Brea, California, la lluvia formó grandes charcos sobre profundos pozos de brea. Los animales se acercaban confiados para beber y quedaban atrapados en el pegajoso material. Cuando los animales, incluidos bisontes, caballos y elefantes, quedaron atrapados irremediablemente en la Brea, a este feroz animal le parecieron objetos fáciles. Pero cuando seccionó su víctima y atacó, también quedó inmovilizado y se hundió en la brea. Los pozos de La Brea revelan muchos aspectos de los animales prehistóricos. El hecho de que se encontraran muchísimos fósiles suyos junto a otros de lobo, por ejemplo, prueba de que probablemente este cánido era víctima del felino. Medía hasta 2 metros de longitud. Vivió hace entre 2 millones de 10.000 años, en el Pleistoceno, en América del Sur. |