Allosaurus
Allosaurus: Significa
  reptil extraño. Fue uno de los dinosaurios más feroces que asolaron las
  llanuras millones de años. Era un terópodo, no tan grande como el mayor
  carnívoro, el Tyrannosaurus rex, pero sí igualmente temible. Era más
  grande que un elefante y más pesado que un rinoceronte. Estaba provisto de
  unas mandíbulas enormes, poblados de afilados dientes como sierras. Además
  tenía garras curvas y una musculosa cola para flagelar a cualquier animal lo
  bastante osado como para atacarle. Tenía un cabeza muy grande, en proporción
  al cuerpo: medía 90 centímetros desde la punta del hocico hasta la base del
  cuello. Sus fauces eran lo suficientes grandes como para arrancar la cabeza de
  un pequeño dinosaurio, de un solo y terrorífico bocado. Su cráneo poseía
  agujeros en los huesos, lo que lo hacía más ligero que si hubiera sido
  macizo y, por lo tanto, más fácil de mover. Tenía grandes cuencas oculares
  y, posiblemente, estaban dotados de una vista muy aguda. Su gran dentadura
  estaba formada por varias hileras, en total unos 70 dientes, con el filo
  quebrado en forma de sierra, afilados como cuchillos de trinchar carne y
  curvados hacia el interior. Usaba los dientes para desgarrar la carne de sus
  presas, lo que los hacía ideales para morder la carne de sus presas e
  impedirles escapar. Si perdía algún diente, volvía a crecerle. Mientras
  trituraba a su víctima con sus poderosas mandíbulas, desgarraba la carne con
  los dientes. Si perdía una de sus piezas dentales, pronto le salía otra para
  rellenar el agujero. Los científicos creen que comía a otros dinosaurios, ya
  que han sido halladas las marcas de sus dientes en los huesos fosilizados de
  la cola de un Apatosaurus. Su pesada cabeza estaba sostenida por un
  cuello corto, dotado de potentes músculos. Estos músculos eran lo
  suficientemente fuertes como para mantener firme la cabeza, cuando corría
  tras una presa, con las fauces abiertas. Tenía un cuerpo grande, por lo que
  necesitaba comer en abundancia para saciar su apetito. Cazaba grandes
  herbívoros, pero también atrapaba a otros carnívoros más pequeños que
  vivían con él. Al igual que otros depredadores, era posiblemente un
  carroñero, como las actuales hienas, que arrancaba pedazos de carne de los
  cadáveres de las presas cazadas por otros animales. Algunos de los
  saurópodos más corpulentos eran demasiado grandes para que los atacara con
  éxito, por lo que quizá formara manadas con este propósito. Varios miembros
  de la manada atacaban a la vez, clavando sus dientes y garras en los
  indefensos herbívoros, con lo que el resto de la manada podía despedazarlos.
  Las manadas no habrían duda en atacar a las crías de estos dinosaurios.
  Poseía brazos cortos, con extremidades dotadas de poderosas y afiladas garras
  curvas. Las usaba para atrapar y sujetar a la presa, mientras arrancaba
  pedazos de carne con los dientes. Caminaba o corría erguido sobre sus
  robustas patas traseras, como una enorme ave, probablemente manteniendo
  erguida su larga y musculosa cola para mantener el equilibrio del cuerpo. Cada
  paso era tan largo que los expertos han determinado como la longitud de un
  coche o 4 metros. Cuando corría tras una presa, alcanzaba una velocidad
  máxima de unos 8 ó 10 kilómetros por hora, velocidad que un corredor de
  fondo apenas podría mantener. Cada una de sus patas posteriores acababa en un
  pie con cuatro dedos armado de poderosas garras, como las de las aves. Tenía
  tres apuntando hacia delante y una hacia atrás, todas lo bastante fuertes
  como para rasgar la dura piel o para hender el blando vientre de otro
  dinosaurio. Con su poderosa cola, podía dar furiosos golpes a cualquier otro
  osado depredador que se acercase para atacar a sus crías. Un ligero roce de
  esta cola, con más de 50 huesos, era suficiente para derribar al atacante,
  como si hubiera recibido el golpe de una maza. Un macho podía usar la cola
  para derribar a un rival en una pelea por una hembra durante el cortejo
  nupcial. Medía de 11 a 12 metros de longitud. Vivió hace 140 millones de
  años, al finales del período Jurásico, en Norteamérica, África, Australia
  y posiblemente China.