Muchos dinosaurios eran pacíficos herbívoros, pero todos tenían que
defenderse de los depredadores hambrientos. Cada grupo de dinosaurios tenía
una manera particular de defenderse de las agresiones. Muchos de los grandes
herbívoros se protegían viajando en manadas. Los dinosaurios más pequeños
empleaban la velocidad para escapar. Algunos herbívoros eran demasiado
grandes para ser atacados con éxito. Otros dinosaurios se ocultaban bajo una
pesada armadura.
Algunos de los
dinosaurios más altos, como la familia de los braquiosáuridos, si estiraban
el cuello podrías haber mirado por encima de un edificio de seis pisos. Eran
unos pacíficos saurópodos herbívoros que pastaban entre las copas de los
árboles. Resultaban demasiado grandes para ser cazado. Los elefantes adultos
actuales están a salvo de los ataques de otros animales por la misma razón.
Algunos saurópodos
eran más pequeños que éstos, pero, aun así, enormes, y quizá fueran
atacados por los gigantes carnívoros. En ese caso, probablemente usaban sus
garras y su cola para defenderse. Unos se incorporaban hasta su máxima altura
y se abalanzaban sobre sus enemigos con las púas de sus pulgares por delante.
Es probable que otros cocearan con las patas traseras, provistas de garras
como puñales, con las que hería al agresor. Un solo latigazo podía ser
terrible.
Una de las mejores
defensas consiste en evitar ser visto. Muchos cazadores rastrean a su presa
con la vista. Quizá no vean a un animal que se confunda con el entorno.
Algunos seres actuales como el camaleón se defienden adoptando el mismo color
que su entorno. Los cazadores también utilizan la forma de identificar a su
presa. Los ciervos actuales tienen el lomo oscuro y el vientre claro para
defenderse con la vegetación. En los dinosaurios es probable que presentaran
manchas oscuras y claras de varias formas.
Algunos herbívoros
confiaban en su dura piel para salvarse. Los dinosaurios acorazados, los
Anquilosaurios, estaban cubiertos por gruesas placas óseas de las que
sobresalían púas. Algunos incluso tenían párpados óseos. Cuando era
atacado, se encogían y exponían sólo su caparazón acorazado, como los
armadillos actuales. Resultaba invulnerable a menos que su enemigo consiguiera
darle la vuelta. Pero eso habría sido equivalente a mover una piedra de dos
toneladas. Muchos animales indefensos ahuyentan a los agresores con su aspecto
amenazador. Un tipo de camaleón actual hincha su cuerpo y silba con fuerza
abriendo sus mandíbulas de vivos colores. El Parasaurolophus quizá
utilizara su cresta hueca para bramar a todo volumen. El Styracosaurus
tal vez mostraba el cuerno de la cabeza y la placa ósea del cuello, igual que
el lagarto barbudo utiliza la piel de su garganta.
La única protección
que tenían los dinosaurios más pequeños era huir corriendo. El Hypsilophodon
y otros miembros de su familia que se conocen como hipsilofodóntidos podían
correr mucho. Los dinosaurios utilizarían tácticas de defensa parecidas a
las de una gacela de Thompson actuales cuando huye.
Una gacela de Thompson
puede ser alcanzaba por un cheeta, pero sólo si este felino consigue su
propósito tras una rápida carrera. De lo contrario, la gacela resiste más
tiempo corriendo y el carnívoro se rinde, agotado. Para aumentar sus
posibilidades de escapar, la gacela de Thompson empieza a correr ante un
cheeta a la distancia justa para agotarlo.
Muchos grandes
dinosaurios herbívoros viajaban en manadas, y los adultos rodeaban a las
crías. Si caían en una emboscada, los adultos se volvían agresivos. Los
dinosaurios con cuernos quizá formaran una muralla defensiva, para ahuyentar
a los depredadores.
La defensa definitiva
de muchos animales consiste en contraatacar con sus dientes, cuernos, garras o
cola. Un golpe con la porra de la cola del herbívoro Ankylosaurus
podría romperle un hueso a su atacante.