EL CORTEJO
Sólo conocemos a los
dinosaurios por sus fósiles; de ahí la dificultad para determinar con
exactitud su comportamiento. Los científicos buscan pistas en el reino animal
contemporáneo: estudian los animales actuales y utilizan sus descubrimientos
para reconstruir, por comparación, la vida de los dinosaurios.
Cuando un pavo real
abre su cola en abanico, el hermoso dibujo creado por sus plumas de colores es
claramente visible. El macho del rabihorcado no tiene una hermosa cola como el
pavo real, pero en determinadas épocas del año hincha el cuello y lo exhibe
llamativamente. En el reino animal, no sólo los machos emiten señales. Las
hembras de babuino también realizan exhibiciones. Todos estos animales se
exhiben porque ha llegado la época del año en que buscan pareja. Con el
apareamiento engendran a sus crías, que se espera sobrevivan hasta que puedan
aparearse a su vez. De este modo se intenta asegurar la continuidad de la
especie. El pavo real y el rabihorcado se exhiben para atraer a las hembras de
su especie. La hembra de babuino está indicando a los machos de su grupo que
se halla dispuesta para el apareamiento.
Los expertos creen que
quizá algunos dinosaurios actuaban como los pavos reales, los rabihorcados o
los babuinos durante la época de apareamiento. Los dinosaurios también
tenían que atraer a su pareja. El Triceratops macho exhibiría su
cresta, adornada con atractivos colores. Una hembra le indicaría su
disposición a aparearse, coloreando un poco el borde de su placa ósea.
Una vez se ha consumado
el apareamiento pone los huevos. Tras la eclosión las crías de Triceratops
crecerán, y cuando sean adultas repetirán el comportamiento de sus
progenitores.
LA LUCHA POR EL FUTURO
No todos los animales
atraían a su pareja engalanándose. Algunos estaban dispuestos a luchar
ferozmente para preservar su posición y conquistar a una hembra. El reino
animal puede ser muy violento. Unos animales dan caza y matan a otros para
alimentarse; las hembras luchan para defender a sus crías; algunos sólo
atacan cuando están aterrados. Pero también hay otra razón por la que, en
determinadas épocas del año, los machos, que normalmente viven en paz unos
con otros en el mismo rebaño, empiezan a luchar entre sí para eliminar
competidores.
Los elefantes marinos
de la Antártida se enfrentan alzándose sobre la cola. Los alces entrelazan
sus astas y forcejean hasta que uno de los dos cede y se retira de la lucha.
Los elefantes marinos y los alces machos adoptan esta actitud porque luchan
por una hembra. Los expertos creen que algunos dinosaurios machos luchaban de
un modo parecido al de estos animales modernos.
Dos Triceratops
quizá actuaban exactamente como los alces. Trababan sus cuernos, y así
seguían hasta que uno de los dos se rinda y se suelte. El ganador de
apareará con una hembra bien dispuesta. El perdedor se retirará a
recuperarse de sus heridas hasta que esté preparado para luchar otra vez por
una hembra, con un macho distinto.
Era de la mayor
importancia que sobrevivieran los machos suficientes para volver a luchar por
las hembras, pues si perecían dejaban de ser útiles para procrear. Si
hubieran muerto demasiados machos a causa de estas despiadadas demostraciones
de fuerza, el futuro de la especia entera se habría visto amenazado.
Los expertos creen que
los dinosaurios poseían un sentido del oído muy bueno. La región central de
sus sistemas auditivos era fina y delicada, perfecta para captar el sonido de
otros animales. Se cree que algunos dinosaurios podían emitir llamadas de
apareamiento, como hacen hoy los sapos en primavera.