Se dice a menudo que la posición erguida de los dinosaurios constituye la
clave de su éxito. ¿Por qué? Un motivo importante es que una posición
vertical es más satisfactoria, desde un punto de vista mecánico, que la de
patas abiertas. Se soporta el peso del cuerpo desde abajo. Los animales de
patas abiertas aguantan al peso desde los costados. Dado que la gravedad
empuja hacia abajo desde el centro de la masa corporal, un animal de patas
abiertas tiene que convertir esa fuerza en un componente lateral a lo largo
del fémur o del húmero, el hueso de la parte superior de las extremidades, y
a continuación en un componente vertical por la tibia y el peroné, y el
radio y el cúbito, los huesos de la parte inferior de las patas, que provoca
una gran tensión en los huesos y las articulaciones de las extremidades.
Estas tensiones desaparecen cuando la fuerza gravitacional de la masa del
animal se transfiere hacia abajo a lo largo de una extremidad recta y
vertical.
Esta ventaja mecánica
presenta varias consecuencias importantes. En primer lugar, los animales
erectos son capaces de correr de forma más sostenida; no necesariamente a
más velocidad, pero sí con más vigor, porque el esfuerzo de soportar el
peso corporal es muy inferior al de los animales de patas abiertas. Este hecho
habrá supuesto una ventaja inmediata para un arcosaurio que persiguiese
animales de patas abiertas o huyese de un carnívoro que las tuviese. Resulta
interesante señalar que los principales grupos de herbívoros del Triásico
medio, los rincosaurios y los dicinodontes de aspecto porcino, desarrollaban,
al mismo tiempo, posiciones semierectas. No cabe duda de que los antepasados
de los mamíferos, los cinodontes, que entonces eran carnívoros de mediano
tamaño, también presentan avances similares.