Deinonychus
Deinonychus: Significa
garra terrible. Era uno de los más feroces depredadores. Avanzaba siempre
sobre sus patas traseras, y estaba armado con garras y dientes afiladas que
podían desgarrar la carne con asombrosa facilidad. Hace 1964, los expertos
creyeron que había dos clases totalmente distintas de terópodos: grandes y
pesados como el Tyrannosaurus rex, o pequeños y delgados, como el Compsognathus.
Pero ese año se descubrieron en Montana, en EE.UU., los fósiles del Deinonychus,
y los científicos creyeron que él era un eslabón entre la antigua
clasificación de los carnosaurios y celurosaurios. Es esto, porque el animal
presentaba rasgos de ambos tipos de terópodo. Como todos los bípedos,
avanzaba sólo sobre las patas traseras. Era pequeño y veloz, y estaba dotado
de armas muy especiales: dos enormes y mortíferas garras curvas de 30
centímetros de largo. Eran similares a cuchillas de trinchar, e igualmente
afiladas. Los demás garras terminabas en garras algo más pequeñas. Cuando
corría para cazar a su presa o escapar de un depredador más corpulento,
usaba los fuertes músculos de sus patas para mantener erguidas sus enormes y
afiladas garras, y así evitaba que se dañaran a causa del roce con el suelo.
Sus demás garras eran más pequeñas y romas, y las usaba para aferrarse al
suelo y equilibrarse. Nació para correr. Tenía un cuerpo esbelto que apoyaba
sobre dos robustas y delgadas patas. Las articulaciones de sus tobillos eran
muy fuertes, para absorber la enorme presión ejercida cuando el animal iba a
carrera tendida. El cráneo presentaba agujeros en el hueso, y los
científicos creen esto que su cabeza era poco pesada, al no ser de hueso
macizo. Creen que podía correr a 40 kilómetros por hora si hacía falta:
más que un campeón olímpico. Cazaban en manadas, como los perros que
persiguen a sus presas en las sabanas africanas de hoy. Probablemente acosaban
a los iguanodontes. Se asía a su víctima con una garra y trataba de
destriparla con la otra. Después entraban en acción los dientes, afilados y
curvados hacia atrás, lo que impedía que la presa se liberase, por mucho que
forcejeara. Era capaz de cocear con sus patas traseras con tanta fuerza que
podía romperse un dedo. Lo sabemos porque se han encontrado fósiles con un
hueso fracturado y soldado naturalmente. Los científicos creen que el
dinosaurio quizá se lesionó al cocear a una presa. Tenía una cola larga que
mantenía rígida. Cuando la estiraba, paralela al suelo, le servía para al
lanzarse a la carrera por la llanura. También pudo haber usado la cola como
una especie de timón cuando daba las curvas a gran velocidad. Al estudiar el
cráneo, los expertos advirtieron que poseía amplias cuencas oculares. Esto
les indujo a pensar que el animal tenía una gran agudeza visual, como las
águilas actuales, ideal para localizar las presas a considerable distancia.
Medía 3 metros de altura y 4 de largo. Vivió hace 115 millones de años, a
mediados del período Cretácico, en Norteamérica.