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    Portada - Árbol genealógico de los dinosaurios - Terópodos - Carnosaurios - Tiranosáuridos - Tyrannosaurus

    Tyrannosaurus

    Tyrannosaurus: Significa reptil tirano. En 1902 se descubrió parte de un gran esqueleto en Montana, EE.UU. Más tarde, se encontró en Wyoming, también en EE.UU. A partir de estos huesos, el paleontólogo Henry Fairfiend Osborn reconstruyó el primer dibujo de esta gigantesca criatura. Lo bautizó Tyrannosaurus, debido a que fue el dinosaurio más peligroso de todos los tiempos debido a su gran ferocidad y tamaño. Era el carnívoro terrestre más grande de todos los tiempos. Aunque es uno de los dinosaurios más populares hoy, sólo se han encontrado 8 esqueletos casi completos. Lo peor, es que entre éstos no hay ninguno que tenga las patas delanteras y el final de la cola completos. Los dos dedos de las patas delanteras con que se le suele representar están basados en uno de sus parientes, el Albertosaurus. Respecto a la cola, no se conoce su longitud exacta. Algunos científicos creen que su cola era tan larga que la arrastraba por el suelo al caminar. Se han mencionado longitudes totales del animal desde los 12 hasta los 16 metros. Medía más que cuatro coches puestos en fila, era más alto que una jirafa y pesaba más que un elefante africano. Con sus grandes dimensiones, era el terópodo más grande, lo bastante como para atajar a la mayoría de los herbívoros de su época. La cabeza de un hombre alto le hubiera llegado a media pantorrilla. Nadie sabe exactamente qué tipo de sonidos emitía, pero quizá rugía o graznaba para llamar a sus crías y para mantenerse en contacto con otros miembros del grupo. Tenía una cabeza enorme, que medía 1,2 metros de longitud, que se unía a un corto y musculoso cuello. El tamaño de sus grandes mandíbulas le hubiera permitido engullir a un hombre adulto entero de un bocado. Probablemente atacaba a sus presas lanzándose contra ellas con la boca abierta. Para absorber el impacto del golpe, el cráneo estaba reforzado con huesos y músculos que actuaban como amortiguadores. Sesenta largos y afilados dientes recubrían el interior de sus mandíbulas. Cada diente podía medir hasta 18 centímetros, la longitud de la mano de un hombre, y estaban un poco curvados hacia atrás, dirigidos al interior de la boca, para retener mejor a sus presas. Tenían bordes irregulares y parecían afiladísimos cuchillos de trinchar carne. Como los tiburones, cuando mordía a su víctima, ésta no tenía ninguna posibilidad de zafarse. Si se le rompía un diente durante una pelea, quizá volvía a crecerle. El peso de una de estas bestias adulta correspondía en su mayor parte a sus enormes huesos y potentes músculos. Utilizaba su enorme tamaño para embestir y derribar a sus víctimas, que los expertos creen que tal vez cazaba como los leopardos actuales, ocultándose entre los helechos y árboles para sorprender a sus víctimas. Una vez derribadas cerraría sus mandíbulas en torno al cuello de la víctima hasta matarla. Tenía una gruesa y dura piel que le protegía aún más durante la lucha. Su piel se parecía mucho a la de los cocodrilos actuales: escamosa y cubierta de protuberancias rugosas. Caminando erguido sobre sus dos formidables patas traseras, equilibraba su cuerpo gracias a su larga y ancha cola. Tenían huesos muy pesados que soportaban su enorme peso, y, para soportarlo mejor, los huesos del tobillo estaban soldados entre sí. Eran tan sólidas como las de un elefante, pero tenían la forma de las de un avestruz. Con sus macizas patas podía correr muy deprisa, pero probablemente era demasiado grande y pesado para mantener la marcha durante un período gran y prolongado. Algunos expertos creen que quizá pudiera correr con bastante rapidez en trechos cortos. En estos arranques quizá alcanzaría los 65 kilómetros por hora, como un rinoceronte blanco actual. Pero después bajaría el ritmo hasta unos 30 kilómetros por hora, sobre todo si perseguía a una presa. Los atletas más veloces pueden alcanzar una velocidad máxima de 25 kilómetros por hora. Por ello, en muchas ocasiones debió recurrir a la emboscada, ocultándose entre los tupidos helechos gigantes. Algunos expertos creen que cazaba en manadas, rodeando a otras manadas de dinosaurios herbívoros. Sus pies eran anchos, para aguantar su peso. Caminaba apoyándose en los dedos, y no en la planta del pie. Tenía tres cortos y fuertes dedos rematados por afiladas garras, dirigidos hacia delante. El cuarto dedo era más pequeño, apuntaba hacía atrás y nunca tocaba el suelo. Algunos creen que le servía para equilibrarse, o para sujetar mejor a las presas. Cuando comía, utilizaba las garras como las águilas, sujetando el cuerpo contra el suelo y arrancando trozos de carne con las mandíbulas. El aspecto más extraño era el contraste de sus mandíbulas inmensas y sus patas traseras, y sus extremidades delanteras muy curiosas, tan diminutas y provistas tan sólo de dos dedos cortos, rematados por garras romas. Además, resultaban demasiado cortas para permitirle llevarse comida a la boca, y ni siquiera para tocarse ésta. Eran inútiles para poder participar durante un ataque. Un hombre adulto hubiera ganado a este dinosaurio echando un pulso. Pero no son tan débiles como antes se creía, pues quizá podía levantar pesos de unos 250 kilos. La función de estos brazos siguió siendo un misterio hasta que, en 1970, Barney Newman, del Museo Británico, Historia Natural sugirió que tal vez le sirvieran para ponerse en pie. Los mamíferos como las jirafas y los elefantes, parecen tener algunas dificultades en ponerse en pie, porque en algún momento tiene que separar la cabeza del suelo y el cuello del suelo. Este carnívoro tan grande poseía una cabeza enorme, y ninguna manera evidente de levantarla del suelo, aparte de sus patas anteriores. Newman postulaba que a partir de una posición echada, este hacía fuerza con las patas delanteras contra el suelo y echaba fuerza rápidamente hacia atrás; al mismo tiempo que erguía los cuartos traseros sobre sus poderosas patas traseras. De este modo, la enorme cabeza se elevaba a una posición vertical, a 7 metros del suelo con sólo un movimiento suave. De no recurrir a estos brazos diminutos, hubiera tenido muchos problemas en levantarse a primera hora de la mañana. ¿Este dinosaurio era, realmente, un depredador voraz, que irrumpía los bosques del Cretácico superior atacando, destrozando y aplastando a todos ser vivo que encontraba? ¿O llevaba una vida mucho más tranquila, alimentándose sobre todo de los cadáveres de otros dinosaurios? Reciente se han propuesto ambos puntos de vista, y forman parte del debate sobre si los dinosaurios eran o no de sangre caliente. Sin duda, muchas de sus presas eran de patas más ágiles, como los hadrosaurios, o estaban bien protegidos contra cualquier ataque, los ceratópsidos cornudos y los anquilosaurios, que parecían carros de combate. La conclusión más probable parece ser la que sugiere una dieta mixta de carroña y presas vivas. Medía posiblemente algo más de 14 metros de largo, casi 15, con una altura de 7 metros y un peso de 6,4 toneladas. Vivió desde hace 67 a 66 millones de años, al final de la Era de los Dinosaurios, en el Cretácico superior, en América del Norte y, probablemente, en China, América del Sur y la India.

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