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El repertorio de canciones que cierra el show es, sencillamente, impresionante: The Long And Widing Road, Lady Madonna, I Saw Here Standing There y Birthday, no tienen palabras para ser descritas. Intensidad, sentimientos, diálogo artista – público, respeto y admiración hacia la Música, con mayúsculas… Son muchas sensaciones las que se pueden acumular en ese momento en el estómago. Parece que el espectáculo no puede acabar mejor, pero aún nos falta por escuchar la última joya creada por Paul: Yesterday. La banda reaparece por segunda vez en el escenario para ofrecernos el último bis. McCartney afirma que nos tiene que abandonar, pero no se va sin regalarnos lo mejor de él. Parece que el sabor de boca quelos asistentes se llevan no se puede mejorar, pero no es así. La interpretación del tándem Sgt. Peppers y The End logra mejorar lo inmejorable. El solo de batería que al final del Abbey Road interpretaba Ringo suena más vivo y más intenso que nunca. Tras el impecable recital de canciones, Paul y su banda se despiden “hasta siempre”. Durante tres horas la música de Los Beatles ha estado más cerca de nosotros de lo que nunca estará. Algunas de las canciones más importantes, ya no solo del cuarteto de Liverpool, sino de la historia de la música han estado vivas y presentes, existiendo por unos minutos de la mano de su mismo creador. Lo que muchos veíamos como un sueño irrealizable, oír esos temas que nos han acompañado durante toda nuestra vida en directo, por boca de uno de sus autores, se cumplió. Los Beatles no pueden estar más vivos. Por Guadalupe Gómez Salazar
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