Brachiosaurus
Brachiosaurus: Significa
reptil con brazos. Su nombre es debido al gran tamaño de sus miembros
anteriores. Pertenecía al grupo de dinosaurios más grandes y posiblemente
los mayores animales terrestres, los Braquiosáuridos. Este dinosaurio se
conoce a través de los esqueletos parciales que se encontraron en Colorado y
Utah, en Estados Unidos, además de los hallazgos realizados por Werner
Janesch en las famosas excavaciones del este de África, entre 1.907 y 1.912,
en Tendarguru, en la actual Tanzania. Janesch dirigió a un ejército de
ayudantes que excavaron y escayolaron cientos de toneladas de huesos y los
transportaron sobre sus cabezas a lo largo de varios kilómetros, hasta los
puertos más cercanos, desde donde se embarcaron con destino a Alemania. Es
muy probable que el esqueleto montado en el Museo Humboldt en Berlín, sea uno
de los mejores dinosaurios en exposición en el mundo. Fue uno de los
dinosaurios mayores y más pesados que han existido, que vivió en casi todo
el mundo. Un hombre sólo le habría llegado un poco menos de la rodilla de las
patas traseras. Tenía un cuerpo voluminoso, el cuello muy largo, la cabeza
pequeña y una cola relativamente corta. Tenia dientes como tachuelas, en
forma de cuchara, con espacios entre ellos. Cuando comía, cerraba la boca
sobre una rama con hojas y echaba la cabeza atrás. De este modo, sus dientes
rastrillaban la rama, desgajando las hojas, con las que formaba una bola
húmeda en la boca, y se la tragaba. No tenía dientes para masticar y
triturar, por lo que probablemente se tragaba también pequeñas piedras,
llamadas gastrolitos. Estas piedras lisas permanecían en su estómago y le
ayudaban a moler las hojas hasta convertirlas en una pasta digestible. Un
largo y flexible cuello elevaba su cabeza, tanto como para mirar en un
edificio de cuatro pisos. Las vértebras cervicales presentaban espacios
huecos para aligerar el peso que había que levantar, igual que las actuales
grúas de construcción. Necesitaba un corazón muy potente para bombear la
sangre por el largo cuello hasta la cabeza. Algunos científicos creen que
quizá tuviera un segundo corazón más potente, que contribuía a esta tarea.
Podía decirse incluso que se trataba uno de los dinosaurios con el corazón
más grande de todos los tiempos: tanto, que un hombre podía haberse sentado
en su interior. El gigantesco corpachón tenía una forma muy parecida al de
las modernas jirafas, debido a que tenía las patas delanteras
desacostumbradamente largas para un saurópodo. Estas largas partas, que
doblaban en longitud a las traseras, junto con los fuertes músculos
cervicales, le ayudaban a sostener su cuello y alcanzar la copa de los
árboles más altos para alimentarse, a las que no llegaban la mayoría de los
demás herbívoros. También hacían que su lomo descendiera desde la cruz
hasta las caderas. Podía incorporarse sobre las patas traseras para comer, y
usaba su corta cola para mantener el equilibrio. Las patas siempre las
mantenía rectas, si las hubiera doblado se le habrían roto debido al peso
del cuerpo. Los elefantes también las mantienen rectas por esa misma razón.
Necesitaba comer en grandes cantidad para obtener la energía necesaria para
alimentar aquel inmenso cuerpo. No podía masticar su comida, por lo que
necesitaba un abdomen mucho mayor que el de la jirafa. Un elefante ingiere 150
kilos de vegetales al día. El dinosaurio puedo haber necesitado, a fin de
digerir lentamente su dieta diaria de 1.500 kilos de alimento al día, esto
es, diez veces más. Probablemente se desplazaba en manadas que cubrían
grandes distancias cada día en busca de árboles. Necesitaba una base muy
resistente para sostener su peso. Los huesos de sus patas delanteras estaban
dispuestos de modo que el enorme animal podía andar de puntillas. La fuerte
garra del pulgar de las patas delanteras le resultaba muy útil para asir los
troncos de los árboles cuando se apoyaba en ellos para llegar a las ramas
más altas. Los demás dedos estaban rematados por pezuñas cortas y gruesas.
Las patas posteriores soportaban la mayor parte de su peso, y tenían unas
almohadillas especiales en la planta para amortiguar el impacto al caminar, en
busca de hojas sabrosas. La posición de sus extrañas fosas nasales, sobre
una cresta situada entre los ojos, en lo más alto de la cabeza, desconcertó
a los científicos durante años. Este dinosaurio, al ser tan grande y pesado,
que los científicos al principio llegaron a creer que podía haber vivido en
ríos y lagos, donde el agua amortiguaría su peso; pues se creía que
aquellas patas se hundirían en el suelo si el animal caminara en tierra
firme. Por ello, el animal probablemente permanecía hundido en el agua,
sacando sólo la cabeza para respirar, actuando sus fosas nasales como la toma
de aire de un submarino, y así estaba a salvo de los depredadores. Sin
embargo, los científicos creen hoy que vivía únicamente en tierra firme. La
presión del agua habría aplastado sus costillas y pulmones. Ahora sabemos
que sus patas eran lo bastante robustas para soportar el peso de su cuerpo
mientras se abría paso entre los bosques, junto a ríos y largos. Sus fosas
nasales quizá le servían para ayudarle a enfriar la sangre. O quizá las
utilizara para emitir fuertes sonidos. Fuese cual fuese su uso, podemos estar
seguros que tenía un excelente olfato. Todo esto que hemos contado daba
origen a varios problemas fundamentales, ¿cómo podía comer lo suficiente
para mantenerse en pie, sobre todo teniendo en cuenta el tamaño reducido de
su cabeza? ¿Cómo hacía para bombear la sangre a lo largo de los ocho
metros, o más, que separaban el corazón de la cabeza? ¿Y cómo lograba
mover y mantener en vertical el enorme peso del cuello? Medía 23 metros de
longitud, 12 de altura y un peso estimado en 51 toneladas. Vivió hace desde
152 a 145 millones de años, a finales del Jurásico y principios del
Cretácico, en América del Norte, Europa, Asia, África y quizá Australia.