Noctropolis
Era una mañana cualquiera y yo me encontraba en la tienda,
lamentándome por las goteras que caían del techo y las facturas sin pagar que había
sobre la mesa. En mi despacho el panorama no era mucho mejor, ya que allí se amontonaban
los avisos amenazando con cortar la luz y el teléfono por falta de pago y la demanda de
divorcio de mi esposa. Recogí una carta que confirmaba mi participación en un concurso
organizado por la editorial Cygnus, una casa especializada en cómics, y un resguardo
imprescindible para recoger el premio en caso de resultar agraciado.
Me senté en una butaca para hojear el último número que
había recibido de las aventuras de Tenebroso y me quedé atónito al leer una nota del
editor diciendo que se trataba del último número de la serie ya que habían decidido
dejar de publicarla. Furioso por la noticia me sumergí en la lectura para descubrir que
Tenebroso conseguía acabar con los tres últimos supercriminales que aterrorizaban la
ciudad de Noctropolis y que, pese a la desesperada declaración de amor de su amiga
Stiletto, el héroe decidía abandonar la ciudad después de un acto público al no quedar
ningún villano con el que combatir.
Pero al finalizar la lectura debí quedarme dormido, y en
sueños vi a una hermosa e inquietante mujer que se acercaba sensualmente y me seducía
sin yo hacer nada por evitarlo. De repente el sueño se convirtió en pesadilla cuando los
ojos de la mujer parecieron volverse ensangrentados, pero sonó el timbre de la puerta que
me despertó y me sacó de tan desagradable experiencia.
Cuando me acerqué a la puerta descubrí que se trataba de
una niña diciendo que yo había ganado el concurso organizado por la revista de cómics.
Le entregué el resguardo y el curioso mensajero me dio a cambio su paquete, que resultó
contener dos monedas y un cómic en el que para mi sorpresa continuaba la saga de
Tenebroso. En el cómic un siniestro personaje llamado Flux liberaba a cinco supervillanos
que Tenebroso consiguió poner entre rejas y los enviaba a sembrar el pánico por las
calles de Noctropolis. El padre Desmond, un sacerdote conocido por sus esfuerzos contra el
crimen, no lograba convencer a Stiletto para que luchara contra tan terrible plaga y
rogaba el regreso de Tenebroso.
Estaba jugueteando con la moneda plateada cuando resbaló
entre mis dedos y cayó al suelo. De repente una especie de monolito surgió del suelo
envuelto en un manto de luz y una puerta se abrió en una de sus paredes. Después de
atraerme a su interior el monolito se hundió de nuevo y se materializó en las calles de
una ciudad, una ciudad oscura y desconocida.
PRIMEROS PASOS
Me sentía confuso y aturdido, pero al descubrir que muy
cerca de mí había un vendedor de periódicos me acerqué a él para preguntarle dónde
estaba. Ante mi sorpresa el vendedor me dijo que la ciudad en la que me encontraba era
Noctropolis y accedió a cambiarme mi cómic por un periódico local. El vendedor me
explicó que el padre Desmond vivía en la catedral y me habló de una empresa de
construcciones llamada Cygnus que estaba edificando un gigantesco rascacielos que iba a
recibir el nombre de Torre Solar. Aunque me resistía a creerlo, era evidente que me
encontraba en la ciudad que fuera escenario de las aventuras de Tenebroso y que había
sido introducido en el interior de un cómic.
Me dirigí a la catedral para intentar hablar con el padre
Desmond, pero un chaval sentado en la verja de entrada me explicó que una diablesa
llamada Succubus había hechizado una gárgola de piedra para dotarla de vida dejando al
padre Desmond prisionero en el interior de la catedral. Encontré junto al extremo
izquierdo un rollo de cable eléctrico, conseguí arrancar un barrote flojo de la verja y
descubrí un enchufe tras una tapa en la columna derecha. Después de conectar el cable al
enchufe y atarlo al barrote lancé el mismo sobre la fuente que decoraba el acceso a la
catedral y conseguí reducir la gárgola a un montón de pedruscos.
Entré en la catedral y encontré al padre Desmond en el
confesionario. El sacerdote me explicó que Succubus era una diablesa que se había
apoderado del cuerpo de la monja que le asistía en un exorcismo y desde entonces le
había jurado odio eterno. Me entregó un hueso de mandíbula con el que la Succubus
había hechizado la gárgola y me dio la dirección de Stiletto, rogándome que me
convirtiera en el nuevo Tenebroso y salvara la ciudad de los criminales.
Pero Stiletto no quiso escuchar mis súplicas. Envuelta en
una descuidada bata verde y aferrada a una botella, la hermosa joven no era sino una
caricatura de la heroína de mis cómics. Destrozada por la bebida y la soledad, Stiletto
se negó a hacer nada por una ciudad que le dio dolor y malos recuerdos.
POSESIÓN DIABÓLICA
La única pista que tenía era la mandíbula y con ella me
dirigí al centro de información de la calle Mayor. El funcionario que atendía el centro
examinó el hueso y dijo que pertenecía a un hombre llamado Ben Hutchins, cuyos restos
descansaban ahora en el mausoleo, que había vivido cien años atrás, antes incluso de
las erupciones volcánicas que destruyeron parte de la ciudad y la cubrieron de una capa
de cenizas eternas que impedían el paso de los rayos del sol.
Me dirigí al mausoleo y conseguí entrar en la sala de
preparación de cadáveres a través de una puerta situada en el lateral derecho. Dentro
había un ataúd con una nota indicando que contenía los restos de un hombre llamado
Peter Bornick que debía ser enterrado en el mausoleo. Apunté la dirección del difunto y
encontré una llave moviendo uno de los dos cadáveres colocados sobre las mesas cercanas.
Abrí con ella el ataúd, me introduje en su interior y lo volví a cerrar. Escondido en
las tinieblas de tan inquietante caja escuché las voces de dos trabajadores que,
cumpliendo las órdenes de llevar el ataúd al mausoleo, cargaban la pesada caja y me
depositaban en otra sala.
Al salir de mi encierro descubrí que me encontraba en una
especie de cripta débilmente iluminada por el resplandor de las velas. Pero
repentinamente una bellísima mujer, que enseguida reconocí como la que había visto en
mis pesadillas y que no podía ser otra que la terrible Succubus, apareció en la sala, me
dejó sin sentido de un golpe y me violó salvajemente. Cuando recuperé la consciencia
tenía dos marcas inequívocas en el cuello que dejaban bien claro que la Succubus me
había inyectado su veneno y que moriría sin remedio si no hacía algo rápidamente.
Conseguí escapar de la cripta moviendo la estatua situada
al fondo de la sala para dejar al descubierto unas escaleras situadas bajo la tumba.
Descendí a lo que era sin duda la guarida de Succubus y encontré un diario debajo de una
almohada en el que la maléfica diablesa narraba el violento episodio que había
transcurrido poco tiempo atrás y explicaba que había decidido acabar definitivamente con
el padre Desmond introduciendo una bomba en la catedral. Dejé el libro en su sitio y
conseguí escapar del horrendo lugar forzando los barrotes de la ventana con ayuda de la
lanza de una de las estatuas.
Regresé a la catedral y una vez allí encontré un
detonador bajo un cojín colocado frente al altar conectado a una estatua de explosivo
plástico. Furiosa al ver que había desactivado su trampa mortal, Succubus irrumpió en
el templo y se acercó al sacerdote decidida a matarlo con sus propias manos. Pero
Stiletto apareció en el momento justo y comenzó a pelear con la diablesa. Sin perder un
instante cogí un cáliz colocado sobre el altar, lo llené con agua bendita de la pila y
arrojé el contenido a la Succubus. El demonio que había poseído el cuerpo de la monja
fue expulsado y, con un bramido de impotencia, escapó de la catedral destrozando las
vidrieras.
El padre Desmond estaba a salvo de su mortal enemiga pero
el veneno seguía corriendo por mis venas, la debilidad me invadía y acabó por
derrotarme.
EL NUEVO HÉROE
Pero Stiletto me salvó de la muerte al recogerme
inconsciente y trasladarme a la Cueva Sombría, el cuartel general de Tenebroso, donde mis
heridas habían sido curadas después de sumergirme en una piscina de liquioscuro -una
sustancia de poderes curativos que parecía concentrar toda la fuerza de las tinieblas-.
Stiletto dijo que quería probar si yo era digno de
convertirme en el nuevo Tenebroso y comenzó a atacarme, pero a cada golpe suyo yo
respondí con otro hasta que conseguí debilitarla, inmovilizarla y finalmente dejarla sin
aliento con un apasionado beso.
La columna colocada a la derecha de la estatua estaba hueca
y en su interior encontré un noctroglifo y un antiguo libro que describía las creencias
de la sociedad secreta que había edificado ese templo hace varios siglos. Y en una de las
grandes columnas que soportaban el peso del techo encontré una granada de liquioscuro y
un traje de piel sombría que no dudé en ponerme después de abandonar las ropas que
había traído. En compañía de Stiletto me dirigí a la mansión en la que había
habitado el difunto Peter Bornick. Su viuda, una hermosa mujer llamada Julia, opinaba que
su esposo había sido asesinado y explicó que el proyecto de la Torre Solar, el
rascacielos de 150 pisos que debía ser capaz de atravesar la capa de nubes eternas que
cubría Noctropolis, había sido encargado inicialmente a su marido y adjudicado a la
empresa Cygnus poco después de su muerte.
El vigilante que custodiaba la entrada a las obras de la
Torre Solar no permitía el paso de personas no autorizadas y me recomendó que intentara
hablar con Sam Jenkins en Construcciones Cygnus para obtener un pase. Después de fijarme
que un empleado descargaba plantas de un camión en el que podía leerse que procedía del
invernadero del parque, hablé con Stiletto para pedirle consejo y la joven se ofreció a
poner en marcha sus evidentes encantos femeninos para distraer al vigilante.
Una vez en las obras recogí un cortador de cristal
colocado sobre unos maderos, trepé hasta el elevador, arrojé al suelo el montón de
ladrillos y puse en marcha el motor para alcanzar el segundo piso y recoger un trozo de
cristal de un cubo.
En el vestíbulo de Construcciones Cygnus encontré una
tarjeta magnética en el suelo y entablé conversación con la secretaria, una hermosa
joven llamada Wanda, para rogarle que me concediera una cita con Sam Jenkins. Pero la
chica se resistía y lo único que obtuve fue la promesa de conseguirme la entrevista si
antes convencía a Leon, el encargado de mantenimiento, para que arreglara el aire
acondicionado.
En el cuarto de máquinas Stiletto usó otra vez sus
habilidades de seductora y Leon reconoció que el aire acondicionado llevaba días
arreglado y que bastaba con mover la palanca de la máquina para ponerlo en marcha, cosa
que no había hecho porque Wanda se había negado a acompañarle a ver un espectáculo de
lucha libre. Solucionado el problema Wanda cumplió su promesa y me consiguió una
entrevista de cinco minutos.
Desde el comienzo de la conversación quedó claro que Sam
Jenkins y yo no íbamos a congeniar, pero conseguí averiguar que su jefa, la señora
Shoto, le había ordenado el acondicionamiento del edificio partiendo de los pisos
superiores. También me explicó que Tecnologías Encarnadas, una división de la empresa
Dynatek, se había encargado de la iluminación del proyecto pero que hace una semana la
empresa se incendió.
Cuando regresé a la recepción para dar las gracias a
Wanda la joven recibió casualmente una llamada de la señora Shoto y tuvo que abandonar
su puesto, momento que aproveché para anotar el código de acceso que utilizó para
dirigirse a la oficina de su jefa. Decidí conocer a tan misterioso personaje y, después
de introducirme en la cabina del ascensor, inserté la tarjeta magnética en el mecanismo
de seguridad e introduje el código anotado.
El ascensor me condujo al piso 99, pero la conversación no
reveló datos importantes, ya que la señora Shoto decía desconocer la identidad del
cliente que había encargado la construcción de la Torre Solar y sus intenciones al
querer que los últimos pisos quedaran más allá de la capa de nubes que cubría
eternamente la ciudad.
El policía que custodiaba los restos del edificio que fue
presa de las llamas, nos explicó que el dueño de la empresa, un joven ejecutivo llamado
Jim Drake, había sufrido una fuerte depresión y había caído en las garras del alcohol.
Desde entonces pasaba la mayoría de las noches en el "Lazo de Neón", un bar
situado muy cerca del lugar siniestrado.
VEGETALES ENLOQUECIDOS
Me dirigí al invernadero del parque después de conseguir
la dirección exacta gracias al vendedor de periódicos. Después de robar del camión de
reparto un saco de semillas y un bidón de fertilizante conseguí entrar haciendo un
agujero en la pared con ayuda del cortador de cristales.
Una vez dentro, Dedoverde, el mutante loco que pertenecía
al grupo liberado por Flux, apareció de repente en la sala. Una orden suya bastó para
que las plantas dejaran fuera de combate a Stiletto y me aprisionaran con sus tentáculos
clavándome su veneno mortal. Al verme prisionero y derrotado, Dedoverde lanzó una
horrible carcajada y decidió dejarme morir lentamente prolongando mis sufrimientos, pero
cuando el malvado personaje desapareció lancé la granada de liquioscuro para destruir
los vegetales, recogí a Stiletto y abandoné el invernadero.
En el exterior una ráfaga de viento trajo hasta las
paredes del local un cartel en el que se anunciaba la nueva obra que se representaba en el
edificio de la ópera, así que después de curar mis heridas sumergiéndome en el
liquioscuro de la Guarida Sombría me dirigí al edificio de la ópera, no sin antes
preguntar la dirección al empleado del centro de datos.
En el interior de la ópera se estaba representando un
macabro espectáculo. Frente a un auditorio compuesto por personas atadas y amordazadas,
la Diva, la sádica asesina que había sido derrotada en anteriores aventuras de
Tenebroso, realizaba algunos de sus sangrientos trucos de magia. Capturó a Stiletto y me
lanzó una cruel propuesta que no podía rechazar: debía robar la lente del telescopio
del observatorio si no quería que Stiletto y los miembros del público sufrieran una
horrible muerte.
No podía hacer otra cosa, así que me dirigí al
observatorio y utilicé el noctroglifo para hacerme momentáneamente invisible, y una vez
dentro conseguí abrir un hueco en el muro plantando las semillas regadas con
fertilizante.
La sala del telescopio estaba vigilada por tres guardianes
que rastreaban el suelo con sus linternas. Miré atentamente el movimiento de las luces y
así pude alcanzar la plataforma del telescopio, recogiendo en el camino un
destornillador, una lata de aceite y un registro. La lente estaba protegida por una tapa
metálica así que engrasé los tornillos y los extraje con el destornillador.
EN LOS SÓTANOS DE LA ÓPERA
Cuando regresé a la ópera las butacas estaban vacías,
pero la Diva me trasladó al escenario y me ató a una rueda similar a las utilizadas por
los lanzadores de cuchillos. Entre risotadas, la Diva me lanzó sus cuchillos dejándome
mortalmente herido y abandonó la sala. Afortunadamente un empleado de limpieza del
edificio tuvo la ocurrencia de barrer el escenario y me desató , dejándome de nuevo
libre pero con una herida mortal que acabaría con mi vida en pocos minutos.
Recogí los cuchillos y activé una plataforma móvil
colocada sobre el escenario cogiendo un ladrillo y lanzándolo sobre los interruptores
desde el punto adecuado. Así, llegué a un camerino abandonado en el que recogí una caja
de maquillaje y unas joyas, descubriendo una puerta secreta oculta tras un colgador de
trajes.
En la próxima sala había una puerta cerrada así que
recogí un segundo destornillador, conseguí extraer las bisagras y destruir el muro que
había detrás abriendo la válvula colocada al lado para dar al agua la presión máxima
y dirigiendo el chorro de la manguera contra los ladrillos.
De ese modo conseguí llegar a un enorme lugar lleno de
escombros en el que un grupo de pandilleros se calentaban en torno a una hoguera. Ante su
agresiva actitud escogí con precaución mis palabras y sólo después de regalarles los
cuchillos decidieron perdonarme la vida. Pero yo insistí que necesitaba encontrar a
Stiletto y, después de darles las joyas, accedieron a explicar que habían visto a la
joven ser transportada por un hombre sobre un carrito que parecía llevar la etiqueta de
la carnicería.
Volví hasta el camerino, regresé desde allí al escenario
pulsando un botón y finalmente me dirigí a la Guarida Sombría para curar por tercera
vez mis heridas.
EN LOS DOMINIOS DEL CIRUJANO LOCO
El vendedor de periódicos me dio la dirección de la
carnicería y allí conocí a su gordo propietario, el cual accedió a darme una salchicha
a cambio del periódico.
Entré en el congelador, cogí un gancho para carne
colocado sobre una mesa y al apartar las reses dejé al descubierto una escalera oculta.
Llegué de ese modo hasta una sala cubierta de cristales desde la cual se veía un
terrible espectáculo: Stiletto yacía sobre una mesa de operaciones atada con fuertes
correas y a su lado se encontraba el Maestro Macabro, el cirujano loco que sembraba el
terror en las calles de Noctropolis. De repente un gas adormecedor que brotaba de una
rejilla me hizo perder el sentido y cuando desperté era prisionero del diabólico doctor.
Stiletto y yo nos hallábamos atados a sendas camillas,
pero conseguí hacer volcar un frasco con el pie y el ácido que contenía disolvió los
frenos de la camilla de Stiletto. A continuación, de otra patada hice rodar su camilla
para que durante el movimiento un cuchillo cortara sus ligaduras y la dejara libre.
Stiletto me desató y decidimos abandonar la sala después de coger un frasco vacío de
las estanterías justo en el momento en el que Macabro regresaba con sus instrumentos de
tortura. Furiosa por los terribles momentos sufridos, Stiletto clavó uno de sus cuchillos
en el vientre del cirujano para asegurarse de que no volviera a causar daño.
Llené el frasco vacío con el ácido de baterías que
goteaba en la próxima habitación y llegamos a la primera sala de lo que parecía ser un
laberinto de cámaras y pasillos. Atravesando las aspas del ventilador llegamos a una
nueva sala donde encontré una manivela circular y utilicé el trozo de cristal para
conseguir una soga. Regresamos a la primera sala y até la soga al montón de ladrillos
para lanzarlos contra la pared y abrir un boquete.
En la siguiente sala el camino parecía cortado, pero
lancé el frasco de ácido al techo y conseguí hacer caer una tubería para formar un
"puente" sobre el agua.
Nos encontrábamos en una plataforma y ante nosotros
teníamos un puente colgante que permitía llegar a una nueva puerta, pero la extrema
fragilidad del puente me llevó a buscar una palanca en la próxima sala y utilizarla para
asegurar el puente. Sólo entonces pudimos cruzarlo y llegar a otra habitación en la que
coloqué la manivela sobre una válvula para cortar el flujo de agua.
Cuando regresamos a la sala donde había encontrado la
palanca el agua había dejado de fluir y nada nos impedía cruzar el canal. Después
llegamos ante lo que parecía el final del laberinto, una extraña puerta junto a la cual
había un anciano de facciones deformadas que parecía un animal más que un ser humano.
El anciano reveló que había sido desfigurado por Macabro
y no se atrevía a salir al exterior debido a su rostro destrozado, así que le entregué
el maquillaje y conseguí su permiso para abrir la puerta, para lo cual moví las clavijas
de colores hasta conseguir que las tres clavijas que formaban cada uno de los tres radios
de la rueda fueran del mismo color que el de la muesca de la pared.
EN EL MUNDO DE LOS SUEÑOS
Cuando salía del pozo de liquioscuro de la Guarida
Sombría para recuperarme de mis heridas asistí atónito a un extraño proceso de
mutación que alteraba las hermosas facciones de Stiletto hasta convertirlas en las de un
ser horroroso. Se trataba de Morfeico, una poderosa criatura capaz de introducirse en los
sueños ajenos y convertirlos en espantosas pesadillas.
Morfeico me trasladó a un mundo grotesco e irreal, un
oscuro parque de atracciones en el que había una casa con la puerta cerrada con tablones
y a la derecha un edificio con la forma de la boca de una gigantesca criatura.
Cogí una lata de pintura colocada junto a la casa y entré
por la enorme boca. Me encontraba en una enorme sala con varias puertas y una gran cabeza
de payaso con la boca abierta en cuyo interior encontré un punzón sobre una de sus
muelas. Con el punzón conseguí romper los tablones que cerraban la puerta de la casa
para recoger una cerilla. Volví a la gran sala y entré por la puerta de lo que parecía
la torre de un castillo hasta llegar a una sala en la que había un enorme demonio con un
bebé en sus garras. Nada podía hacer de momento, así que cogí una lámpara de aceite
que había, salí de nuevo a la sala e hice aparecer una puerta bajando una pantalla
enrollada.
Me encontraba en un tétrico bosque en el que entre los
espinos podía verse un cadáver envuelto en una enorme telaraña. Recogí un poco de tela
de araña y quemé la que envolvía el cadáver con ayuda de la lámpara y la cerilla,
quedando al descubierto una bolsa de huevos de araña con un crucifijo en su interior.
Destruí el demonio lanzándole la bolsa de huevos y recogí sin problemas un diamante con
el que pude abrir una puerta en el cristal de la gigantesca quesera de la habitación de
la cerilla para recoger un poco de pimienta. Con ella conseguí que la boca del payaso
tosiera, expulsando una brocha, y con ésta y la pintura dibujé una puerta en la pantalla
oscura a la izquierda de la sala. Me encontraba a los pies de una enorme torre sin puertas
pero conseguí alcanzar las ventanas lanzando la telaraña hasta el techo y trepando por
ella. Abrí una última puerta con la llave que se encontraba debajo de la alfombra,
llegué a lo que parecía ser de nuevo Noctropolis, a la azotea de uno de sus edificios.
Morfeico me dijo que la única forma de escapar de sus pesadillas era morir en ellas.
EN BUSCA DE LA LUZ
Me encontraba de nuevo en la Guarida Sombría, junto a una
Stiletto desesperada que me creía muerto. De nuevo juntos regresamos a Construcciones
Cygnus y subimos al despacho de la señora Shoto, quien confesó que ese tal Whisperman
del que me habían hablado los pandilleros y que al parecer financiaba el proyecto de la
Torre Solar era en realidad su padre y vivía en Subterrania, el subsuelo de Noctropolis.
En la acera frente a la entrada principal del edificio de
Cygnus había una tapa de alcantarilla que abrí utilizando como palanca uno de los
barrotes que rodeaban la farola. Descendí a las calderas del edificio donde revolví
entre los escombros hasta recoger tres pedazos de silla y los introduje en el horno
abierto. Una gran compuerta circular colocada en el suelo de la sala se abrió dejando al
descubierto un pozo de agua.
Después de bucear durante unos segundos encontré la
salida en una habitación en la que el agua formaba un estanque sobre el que flotaban
hermosas flores de loto. La criatura que recibía el nombre de Whisperman explicó que era
un Elemental, miembro de una especie encargada de velar por el equilibrio de la naturaleza
que no podía intervenir directamente en los problemas humanos. Me reveló que Flux se
encontraba en el último piso de la Torre Solar y que me había invocado para que sirviera
de agente de los Elementales y evitara que Flux consiguiera la Quintaesencia de la luz,
sustancia que le proporcionaría un poder sin límites.
Abandoné la sala, regresé al vestíbulo de Construcciones
Cygnus y volví a tomar el ascensor. Esta vez examiné el registro que había encontrado
en el observatorio y utilicé los números que había contenidos en él como claves para
el terminal de seguridad. De esa inesperada manera el ascensor nos trasladó a la azotea
del edificio.
La Torre Solar se encontraba muy cerca del edificio de
Cygnus y desde la azotea se podía ver que solamente los últimos pisos estaban terminados
y que un cable eléctrico tendido desde Cygnus suministraba provisionalmente corriente a
la Torre Solar. Era imposible saltar de un edificio a otro pero coloqué el gancho sobre
el cable eléctrico para que Stiletto y yo nos deslizáramos hasta una de las ventanas
abiertas de la Torre Solar.
EL COMBATE FINAL
Mientras subíamos las escaleras encontré un rollo de
cinta adhesiva, una soga y un mango de escoba, y al llegar al último piso descubrimos que
los últimos tramos de la escalera no habían sido aún construidos y que un ruidoso perro
guardián impedía el acceso al otro lado. Até la soga a la salchicha de la carnicería y
la lancé hacia una tubería del techo, momento en el que el perro guardián saltó para
intentar atraparla y pagó su imprudencia cayendo al vacío. La soga quedó colgada de la
tubería, pero utilicé la cinta adhesiva para unir el garfio al mango de la escoba,
recuperar el otro cabo de la cuerda y alcanzar el extremo opuesto.
Habíamos llegado al último piso de la Torre Solar, una
gigantesca sala inundada de la luz del sol que, recogida a través de los cristales del
techo, se amplificaba en una lente y bañaba un depósito en el centro de la sala en el
que brillaba un extraño líquido. Repentinamente una jaula se materializó sobre nosotros
y apareció un majestuoso personaje que Stiletto no tardó en reconocer: era el auténtico
Tenebroso.
Ante nuestra sorpresa Tenebroso reconoció ser el personaje
conocido como Flux y explicó que ahora prefería ser llamado Luminoso. Era él quien
había liberado a los criminales que antes habían sido sus enemigos, los cuales, sin
sospechar la verdadera identidad de su libertador, se habían convertido en herramientas
de sus planes.
Luminoso había descubierto que para producir la
Quintaesencia de la luz necesitaba el elemento que llenaba la piscina, una sustancia
llamada liquiclaro, y la sangre de un ser humano que hubiera tenido frecuentes contactos
con el liquioscuro. Por ello, Luminoso, bajo la identidad de Flux, había ordenado a los
cinco villanos que me atacaran por separado y que me hirieran sin matarme, ya que si no me
vería obligado a sumergirme en liquioscuro y dicha sustancia acabaría formando parte de
mi sangre.
Intenté resistirme pero fue en vano. Luminoso me provocó
una herida en el brazo y las gotas de sangre cayeron sobre la piscina de liquiclaro. Se
produjo una extraña reacción y todo el líquido se condensó en un pequeño objeto
brillante, la Quintaesencia de la luz.
Pero en ese momento arrojé a la piscina vacía la moneda
dorada que conservaba desde el comienzo de la aventura y un nuevo monolito se materializó
apoderándose de la Quintaesencia de la luz. Inmediatamente después apareció en la sala
una impresionante figura armada: era un Elemental que, ante la terrible amenaza para el
orden natural que suponían los planes de Luminoso, había decidido olvidar el juramento
de no intervención y acudir en mi llamada. El antiguo Tenebroso, el que fuera héroe de
la ciudad de la oscuridad eterna, encontró un justo castigo a su desmedida ambición de
poder.
Volver al club de
aventuras gráficas
|