Evaluación de componentes de Alta Fidelidad
Publicado en Marzo 1998
En esta página podrás leer una serie de
interesantes baremos indicadores del grado de calidad de un determinado producto
de Alta Fidelidad de cualquier clase.
Introducción
Las premisas
Valores absolutos, valores
relativos
Propuesta: combinar lo
absoluto con lo relativo
Los parámetros clave
Evaluación de la calidad
musical
INTRODUCCIÓN
El presente es con toda probabilidad el desafío
más delicado con el que nos hemos tenido que enfrentar en los últimos años ya
que a efectos prácticos supone echar todavía más leña al fuego de esa
hoguera siempre animada que es el mercado nacional (y mundial, que en todas
partes cuecen habas) de la electrónica de consumo de alta calidad.
No obstante, el tema inicialmente planteado era
bien simple: acompañar los juicios habitualmente descriptivos (es decir,
cualitativos y, por tanto, subjetivos) que se realizan sobre todos los productos
de un baremo en el que se valoren cuantitativamente sus aspectos más
significativos. De este modo, y a pesar de que la obra quedaría completa al
cien por cien con una buena tanda de medidas realizadas con el instrumental
adecuado, es decir, lo que hacemos trimestralmente en nuestros análisis
comparativos, ofreceríamos a nuestros navegantes una visión más completa de
cada producto.
Nuevamente, aprovechamos la ocasión para recordar
que la presente página quiere únicamente servir de guía (un guía
privilegiado si lo prefieren) para todos aquellos aficionados que en un momento
determinado deseen comprar por primera vez, cambiar y o mejorar su equipo de
reproducción musical o audiovisual.
Al respecto hay que tener en mente de una vez por
todas que un equipo de Alta Fidelidad o A/V acaba siendo una cuestión
estrictamente personal de quien vaya a adquirirlo, por lo que la profusión de
juicios absolutos con tendencias manipuladoras no puede ser considerada más que
negativamente. Para ver por donde van los tiros en este sentido, basta con echar
un vistazo a nuestro consultorio técnico y darse cuenta de que son bastantes
los navegantes que aún estando satisfechos del sonido de su equipo (en teoría
el fin último del mismo) nos preguntan si estamos de acuerdo con su
composición. Es decir, que a más de una persona que tenga muy claro que dos y
dos son cuatro se le puede decir tranquilamente que dos y dos son cinco... y se
lo crea.
LAS
PREMISAS
Para buscar ideas interesantes, nada mejor que
hojear la prensa especializada extrajera, en particular la anglosajona aunque
también la alemana y francesa. Y no sólo la especializada en electrónica de
consumo sino también la dedicada a temas tan mundanos como son el vino o los
automóviles (ya sé que a algunos aficionados no les gusta la idea pero
permítannos el símil tuesto que resulta extremadamente útil para nuestros
propósitos), necesariamente obligada a establecer baremos para intentar marcar
diferencias entre los miembros de una producción cuya diversidad sujeta en
muchas ocasiones el límite de lo memorizable por un aficionado normal y
corriente. En consecuencia, la utilización de puntuaciones tiene una clara
intención selectiva aunque sin pretender en ningún momento fomentar la
aparición de dogmas y signos inquietantes de intolerancias discriminatorias.
El problema clave a resolver tiene que ver con la
cantidad y calidad de los parámetros de evaluación seleccionados, puesto que
los mismos deben intentar reflejar con la máxima exactitud y precisión posible
una situación concreta, en este caso el valor real (ni más ni menos) de un
componente de audio o audio/vídeo determinado. Y es ahí donde nos permite ver
en las revistas extranjeras metodologías de todos los colores, algunas muy
peligrosas por la indisimulada tendencia a la simplificación que manifiestan.
Por ejemplo, la ultracomercial "What Hi-Fi?", británica por más
señas, emite cada mes juicios de valor sobre un impresionante número de
productos a los que a modo de conclusión clasifica (estigmatiza diríamos) con
una serie de estrellitas que para muchos aficionados (y lo que es más grave,
distribuidores especializados) constituyen el único capital a considerar de los
productos en cuestión. La cosa cambia cuando se realizan pruebas comparativas,
en las que son varios los parámetros considerados y por lo tanto el resultado
final viene a ser una especie de promedio de los mismos. La también británica
Hi-Fi Choice utiliza, en sus análisis comparativos que publica mensualmente, un
galimatías que imaginamos debe ser indescifrable para la mayoría de
aficionados de a pie como consecuencia del altísimo nivel técnico que el
responsable de dichos análisis (Paul Miller) imprime a los mismos.
Por otro lado, la utilización de los términos
"bueno", "muy bueno" o "excelente" que hace la
publicación alemana Stereo puede resultar también excesivamente simplificadora
aunque hay que reconocer que en este caso estas consideraciones subjetivas son
acompañadas por mediciones de laboratorio tremendamente objetivas. En nuestro
caso deberemos olvidarnos de las medidas de laboratorio.
Las publicaciones estadounidenses son, por su
parte, bastante alérgicas a la sistematización de las clasificaciones de
aparatos aunque la lista de componentes recomendados publicada semestralmente
por la influyente Stereophile se ha convertido en la "biblia"
indiscutida de muchos "highenders" y también de una buena parte de
los importadores y distribuidores de componentes de audio del más alto nivel
(tanto en España como en el resto del mundo). Aquí hay que tener nuevamente en
cuenta la existencia de una serie de mediciones exhaustivas que acompañan a la
evaluación descriptiva/subjetiva de cada producto, con la gracia adicional que
supone el hecho de que los responsables de cada parte sean personas diferentes.
Nos encontramos, una vez más, con unos medios que
sobrepasan nuestras posibilidades, tanto en el ámbito material (carencia que
podríamos solventar) como humano (de imposible solución tal como están las
cosas). Y lo mismo sucede con Japón y su Stereo Sound. En cuanto a Francia,
"Prestige Audio Video" es absolutamente subjetiva en sus
consideraciones finales, mientras que "La Nouvelle Revue du Son" y
"Haute Fidelité" combinan esa misma subjetividad con la puntuación
de varios parámetros del tipo "dinámica", "transparencia"
y compañía. En este caso, la puntuación es sobre 100 en el primer caso y vía
"estrellas" en el segundo.
Os podríamos seguir citando ejemplos, como por
ejemplo el caso de la alemana Audio, en la que un baremo establecido sobre 100
admite puntuaciones, en los niveles más altos del escalafón, superiores a esa
cifra. Sin duda una situación algo rocambolesca que, nuevamente, tiende a
confundir al usuario. No obstante, al menos tiene la lógica de seguir una
tónica descendente a partir de esos valores absolutos, lo que sí permite al
personal hacerse la idea de que para conseguir lo más de lo más hay que pagar
aunque el tema de la relación calidad /precio no está excesivamente definido
en el sentido anglosajón del término, un sentido que interesa sobremanera a la
inmensa mayoría de aficionados a la reproducción musical de alta calidad.
VALORES
ABSOLUTOS, VALORES RELATIVOS
Lo que acabamos de decir nos permite conectar con
una de las grandes cuestiones relacionadas con todo lo que tenga que ver con
clasificaciones, listas, valoraciones y compañía: ¿términos absolutos o
términos relativos? Si lo que se busca es ser lo más preciso posible y no
confundir al usuario, hay que decirle en todo momento donde nos encontramos, y,
además, hay que decírselo con exactitud.
Si la lista es efectuada en términos absolutos,
tiene la ventaja de ser clarificadora en términos globales pero de desmerecer
tremendamente los productos más abordables que, por su precio, no tienen en
cambio por qué ser "malos" sino más bien todo lo contrario. Así, si
como amplificación suprema situamos a las etapas de potencia monofónicas Mark
Levinson N°33 y les asignamos un 9'8 sobre 10 (como se decía antes en la
universidad, el 10 sólo lo tiene Dios y por lo tanto aquí en la Tierra es
inalcanzable), el hecho de que al Audiolab 8000S le asignemos un 6 dará
claramente una imagen peyorativa de este último y, además, no hará en
absoluto justicia a sus innegables cualidades subjetivas. Por el contrario, si
hacemos como los daneses o los británicos y consideramos por encima de todo la
relación calidad/precio, nos encontraríamos nuevamente con una situación
absurda: el Audiolab 8000S tendría casi un 10 y a las Mark Levinson habría que
ponerles un 5 o algo por el estilo ya que obviamente estas últimas no suenan
cincuenta veces mejor que aquél.
Nuevamente, nos encontramos con una supina
incongruencia. Sucede lo mismo con muchas clasificaciones de vinos, muy queridas
en nuestro país, Francia o Estados Unidos y que se ven afectadas exactamente
por los mismos defectos de forma. Si, por ejemplo, consideramos como el summum
de los riojas al Reserva 890 de 1968 o al Castillo de Ygay de ese mismo año, el
excelente (sobre todo por relación calidad/precio pero también a escala
absoluta) Viña Ardanza de 1989 casi parecería destinado a fabricar vinagre, lo
que constituye una nefasta afirmación. Por el contrario, si la excelsa calidad
del Ardanza en función del precio al que es ofrecido constituye el criterio de
evaluación fundamental, se llegaría erróneamente a la conclusión de que los
dos "1968" antes citados estarían dirigidas nada menos que a unos
pocos descerebrados del buen vivir. De nuevo, falsedad supina.
El corolario de lo dicho es obvio: no se puede
meter en el mismo saco a lo absoluto y a lo relativo. De hecho, y volvemos con
las comparaciones, sería como pretender meter a un Rolls Silver Sprit y al
modelo más alto de Mercedes en la misma órbita. Cierto que el segundo posee
una mayor relación calidad/precio pero el primero es una obra de arte que
aporta un nivel de satisfacción y sensaciones difícil de describir. Igual
sucedería con los deportivos de más alta gama existente en el mercado. En
realidad, lo que se debe tener bien claro es que a partir de un cierto nivel
conseguir un incremento relativamente pequeño en las prestaciones exige un
desembolso cualitativo que no guarda una proporción "lineal" con el
mismo.
PROPUESTA:
COMBINAR LO ABSOLUTO CON LO RELATIVO
La solución a la tanda de reflexiones anteriores
parece, después de comentar toda la problemática asociada a cada metodología,
obvia: hay que buscar un modo de combinar lo absoluto con lo relativo. Y este
modo se materializa fundamentalmente en el establecimiento de una clasificación
basada en la existencia de valores absolutos dentro de cada una de las
categorías disponibles.
Por supuesto que nuestra propuesta no está exenta
de peligros porque para poder definir con exactitud, por ejemplo, la situación
exacta el reproductor de discos compactos Sony CDP-XA7 ES, lo primero que hay
que hacer es definir os números uno de su clase, en este caso los reproductores
de discos compactos de precio situado en tomo al medio millón de pesetas. Para
no sobrecargarles el cerebro, nos olvidaremos un poco del precio y utilizaremos,
como categorías genéricas, las establecidas en nuestra de lista de
"referencias" aunque modificando el grupo "fuera de
clasificación" incluido en algunos tipos de productos ya que salta a la
vista que hay que cuantificar a todo el mundo.
LOS
PARÁMETROS CLAVE
Les recordamos que la idea básica era valorar
cada producto en términos absolutos dentro de su categoría, lo que significa
que era necesario establecer previamente una o varias referencias dentro de
dicha categoría. Esta es una de las cuestiones más peliagudas de todo nuestro
planteamiento porque, claro está, no siempre la referencia absoluta nuestra
coincidirá con la de nuestros navegantes o la de los profesionales del sector.
Un riesgo lógico que estamos dispuestos a asumir porque si no damos la cara
nosotros en este asunto no la dará nadie.
Evidentemente, las referencias cambian como
consecuencia, por ejemplo, de la evaluación de un producto que nos parezca
superior dentro de una determinada categoría. Luego está el también espinoso
tema de cómo se llevan a cabo las diferentes evaluaciones. Idealmente, cada
audición debería ocupar unas cuatro o cinco horas. Otro aspecto importante es
que las evaluaciones se llevarán a cabo en el lugar más oportuno, es decir,
que no siempre se realizarán en la sala oportuna. Todo ello aporta nuevos
niveles de incertidumbre a la evaluación final ya que uno siempre pensará que
tal o cual producto o sistema podría sonar mejor pero es evidente que el diez
absoluto no existe y por lo tanto habrá que confiar en la razonabilidad de los
veredictos correspondientes a cada caso.
También, de los parámetros esenciales (que
variarán ligeramente, aunque lo menos posible, en función del tipo de producto
que se analice) habrá algunos que no serán valorados con el mismo interés por
muchos de nuestros lectores. Por ejemplo, algunos considerarán (están en su
derecho de hacerlo) que el sonido es mucho más importante que la tecnología a
la hora de realizar la media aritmética de las puntuaciones pero lo que
nosotros no podemos hacer es empezar a introducir ponderaciones explícitas en
cada calificación y complicar definitivamente lo que en teoría pretende
simplificar y aclarar las opiniones. La idea es buscar una evaluación
"perfecta" de cada producto, por lo que lo normal es que cada uno
extraiga las conclusiones que más se adapten a sus conveniencias a la hora de
leer cada valoración.
Dicho esto, les reseñamos, por fin, los que
serán los parámetros de evaluación fundamentales:
- Construcción: Las chapuzas jamás han sido
santos de nuestra devoción a pesar de que un carácter razonablemente
artesanal no entra en la citada "categoría".
- Diseño externo: Si un determinado producto
suena bien y está bien realizado, ¿por qué no exigirle que, además, sea
bonito? Somos latinos, no hay que olvidarlo.
- Tecnología: Refleja (en teoría) una cierta
pasión por la excelencia aunque solo la consideramos como un punto a favor
si la ejecución está a la altura de las circunstancias. Entendemos
igualmente (un caso flagrante son las electrónicas a válvulas) que no
siempre la tecnología más avanzada conlleva un mejor sonido.
- Flexibilidad operativa: Si un aparato suena muy
bien, es muy bonito y, además, está bien construido puede que a la postre
resulte poco práctico como consecuencia de la imposibilidad de insertarlo o
de convertirlo en el núcleo de un determinado equipo. Por lo tanto, una
buena (razonable) dotación de conexiones y funciones siempre se agradece,
aunque más en algunos componentes que en otros (factor que, obviamente,
tendremos en cuenta).
- Medidas: Se reservan únicamente a los casos en
que las mismas se lleven a cabo, es decir, nuestros análisis comparativos.
- Calidad sonora: Sin duda el parámetro clave,
por lo que no habrá que ser un lince para darse cuenta de que un aparato
"diez" en todos los parámetros citados hasta ahora que tenga un 5
al nivel de calidad musical no será especialmente recomendable a pesar de
que la media aritmética de todas las puntuaciones sea un notable. Puesto
que la calidad sonora determina la personalidad y, en gran medida, la
validez global de cada producto, para su determinación utilizaremos (se lo
adelanté el pasado mes de abril) la batería de subparámetros habituales
en la evaluación de los más elaborados componentes y equipos de audio
High-End que se detalla más adelante.
- Relación calidad/precio: Puede parecer
redundante al haberse establecido escalas absolutas jara cada categoría de
producto pero la innegable utilidad que supone para los lectores hace que su
presencia resulte imprescindible. Piensen, por ejemplo, que un determinado
lector de CD's perteneciente a la categoría de las cien mil pesetas puede
dar la misma calidad musical valiendo 95.000 ptas. o 75.000 ptas., lo que
significa que aquí el parámetro que mejor servirá para marcar la
diferencia será precisamente la relación calidad/precio ya que no siempre
una diferencia en el precio conlleva diferencias al nivel de calidad
tecnológica y constructiva.
EVALUACIÓN
DE LA CALIDAD MUSICAL
En
primer lugar es muy importante retener las "subgamas" de frecuencias
en las que se divide la gama de frecuencias audibles.
Son las siguientes:
Extremo grave: por debajo de 32 Hz
Octava inferior: 20-40 Hz
Graves intermedios: 40-80 Hz
Graves altos: 80-160 Hz
Medios/graves: 160-320 Hz
Medios: 320-2.560 Hz
Medios agudos: 2.560-5.120 Hz
Agudos: 5.120-10.240 Hz
Extremo agudo (octava superior): 10.240-20.000 Hz
Los términos que vienen a continuación sirven a
un único objetivo; ver hasta qué punto la reproducción del sonido en Alta
Fidelidad se acerca a su meta original, que no es otra que la perfecta
recreación de la experiencia musical:
Escena Sonora
("Soundstage"):
Para establecer correctamente una escena sonora en
tres dimensiones debe disponerse de una caja acústica capaz de reproducir el
espacio acústico original. Casi cualquier caja acústica dipolar o radiador de
fuente lineal libre de superficies adyacentes difractantes es capaz de recrear
una escena sonora. Dicha escena se extenderá, en anchura, hasta más allá de
los límites externos de las cajas acústicas, es decir, hacia las paredes
laterales de la habitación. Con profundidad, se extenderá hasta la pared
posterior de dicha ha habitación. También deberá recrear una ilusión real y
convincente de la altura de los instrumentos. En consecuencia, uno debería ser
capaz de percibir los planos laterales, posteriores y superiores de la sala de
conciertos en la fe se ha efectuado una grabación.
Puesto que la habilidad de las cajas acústicas
para crear una escena sonora depende de la fase y de la separación existente
entre ellas, el oyente deberá escuchar atentamente para percibir la ilusión de
su amplitud con las frecuencias altas, medias y bajas. Así, muy a menudo
algunos productos presentan una escena sonora muy estrecha con las frecuencias
altas o bajas. La distancia entre la escena frontal / posterior, es decir, la
profundidad, también puede variar.
Imágenes:
Especificidad y Personalidad son dos palabras que
pueden utilizarse para atentar diferenciar las imágenes recreadas en la escena
sonora.
Se entiende por dimensionalidad la capacidad de
reproducir una imagen instrumental que posee unas dimensiones físicas
determinadas, lo que significa que el oyente deberá ser capaz de percibir los
sonidos procedentes de la parte posterior de un violoncelo o la respiración de
un cantante. Algunos críticos prefieren utilizar el término
"holográfico" como consecuencia de su superior poder descriptivo pero
dimensionalidad es una palabra más precisa.
Por otro lado, se conoce por especificidad a la
capacidad de un componente e audio para delimitar perfectamente, es decir, sin
oscilaciones, un instrumento en el espacio. Si consideramos los efectos visuales
que producen las ondas de calor procedentes del asfalto caliente en verano,
parece lógico pensar que en la reproducción de la música por un determinado
aparato pueda suceder lo mismo. Y esto es precisamente lo que ocurre con
determinadas imágenes sonoras, especialmente las situadas entre las dos cajas
acústicas. ¿El resultado? Se podrá saber de manera aproximada pero nunca
exacta dónde se encuentra el instrumento.
Resolución de Bajo Nivel:
Es la capacidad de un determinado componente para
capturar información de muy bajo nivel, para distinguir entre los diferentes
violines de la sección de cuerda de una orquesta, para reproducir el espacio y
el aire que envuelven a cada instrumento individual, para reproducir diagramas
de directividad de los micrófonos empleados y para reproducir voces
individuales en grupos corales. Muchas cajas acústicas suelen fallar a la hora
de restituir la información de bajo nivel cuando el volumen al que se
desarrolla la escucha es muy bajo.
Contrastes Dinámicos:
Es la habilidad de un componente de audio para
recrear los degradados dinámicos existentes entre los sonidos más intensos y
los más débiles. Siempre hay compromisos a la hora de resolver los contrastes
dinámicos aunque los motivos que hacen que ello sea así (¿quizás se trata de
exigencias de los ingenieros de grabación?) no están del todo claros. Uno
debería dividir, además, la gama de contrastes dinámicos entre suave
(representado por las distinciones entre pianísimo y piano, es decir, pppp y
p), intermedio (mezzo o m en notación musical) y fuerte o intenso (de f hasta
ffff). Puesto que los contrastes dinámicos son inherentes a la propia
estructura de la música clásica, cualquier restricción en la restitución de
los mismos debería considerarse como un punto negativo del elemento o equipo
evaluado.
Microdinámica:
Uno de los descubrimientos más trascendentales de
los últimos tiempos es que dentro de la macrodinámica de los contrastes
dinámicos globales hay siempre detalles de menor entidad con sus propios
gradientes dinámicos. A pesar de la ausencia de una palabra que defina
exactamente la situación, el concepto está claro: se trata de diferenciar
entre suave y ligeramente más suave (p y pp) y todavía más suave. Algunos
amplificadores a válvulas con una gama dinámica global algo restringida
exhiben, sin embargo, una soberana exquisitez a la hora de recuperar las más
ligeras variaciones de intensidad en ciertas porciones de dicha gama dinámica
(es decir, el espacio comprendido entre pppp y ffff), por lo general el extremo
superior o inferior de la misma. Una vez percibida, tal microdinámica resulta
peligrosamente adictiva puesto que es una de las características más
importantes de la música no amplificada (la música amplificada suele tender al
extremo fuerte del espectro, si no al ffff+f). Un claro paso hacia atrás en la
restitución de la microdinámica inherente a la música la constituye el audio
digital en su totalidad como consecuencia de las limitaciones del sistema
actualmente utilizado.
Gradientes Dinámicos:
Este término pretende indicar la cantidad de
contrastes dinámicos disponibles en tres zonas perfectamente delimitadas de la
gama de audiofrecuencias (cada una de las cuales pudiendo ser dividida, por
supuesto, en varias partes), es decir, graves, medios y agudos. Los oyentes más
exigentes se darán cuenta de que la mayoría de electrónicas, en particular
las encargadas de reproducir mensajes musicales procedentes de fuentes
analógicas, poseerán una vitalidad dinámica superior en una de dichas zonas.
Así, ciertas electrónicas muestran una vitalidad particularmente intensa en a
parte alta del espectro, otras en la zona intermedia y unas pocas en la parte
baja.
Extensión de la Respuesta en
Graves:
Se trata de averiguar hasta dónde (en frecuencia)
son capaces de llegar los graves, así como lo compactos o firmes (el célebre
"cuerpo") que son, su grado definición y su impacto
("punch"). Cualquier discontinuidad en los graves resulta
perfectamente audible. Los errores de fase y una atenuación (amortiguamiento)
insuficiente también afectan a la octava inferior, que al fin y al cabo
constituye el fundamento de toda orquesta.
Extensión de la Respuesta en
Agudos:
Intenta verificar el comportamiento de los sonidos
correspondientes a la octava superior (10-20 kHz), es decir, su limpieza y la
manera en que manejan la información tanto de tipo armónico como ambiental.
También se pretende evaluar con precisión su expansión dinámica (contrastes
y microcontrastes dinámicos).
Textura:
Textura equivale a ruido. Con las electrónicas a
válvulas, este parámetro se presenta como una especie de película, gravilla o
suciedad en una ventana de cristal situada entre el oyente y la orquesta,
delante de ésta. Con as electrónicas de estado sólido, el ruido se muestra
detrás de la orquesta o en el aire que la rodea, reduciendo e este modo la
sensación de profundidad.
En el caso de los transistores bipolares, la
textura se percibe más a medida que se desciende en el espectro, es decir, que
da la impresión de ser un problema fuertemente concentrado en el extremo grave.
Recuperación de la
Información Ambiental:
Es la habilidad para capturar el sonido
específico e un espacio determinado. Es posible que muchos opinen que este
parámetro debería englobarse dentro de la capacidad de reconstrucción de
escenas sonoras pero lo cierto es que una buena recreación de estas últimas no
siempre viene cogida de la mano con la capacidad de un determinado componente
para extraer las sutilezas de una sala de conciertos relativamente neutra. La
capacidad jara extraer la información e ambiente es directamente proporcional a
la resolución presentada por los detalles orquestales más íntimos.
Resolución de Alto Nivel:
Evalúa el comportamiento de un componente de
audio cuando se le hace trabajar con elevados niveles de volumen. Entre las
anomalías observables habría que incluir la congestión, es decir, el
amontonamiento de los instrumentos en la orquesta, el completo colapso de la
profundidad del campo sonoro, la disminución de la información direccional y
la pérdida de especificidad de las imágenes sonoras.
Atenuación o Decaimiento
("Decay"):
Es el modo en que se detiene una nota musical.
Expresa con suma precisión el comportamiento de un determinado aparato en
régimen musical.
Distorsiones Digitales:
Todavía resulta difícil asignar distorsiones
digitales a un sistema en sí. Poco más de una década de experiencia con el
sonido digital de muestra de forma bastante concluyente que la mayoría de
distorsiones digitales percibidas con los lectores de CD'S de primera
generación eran debidas realmente a los dispositivos de codificación y
decodificación empleados en los mismos. Solo desde hace relativamente poco se
está empezando a oír lo que el formato digital puede y no puede hacer, y las
primeras conclusiones son claras: el audio digital es todavía incapaz de
capturar las sutilezas dinámicas que hacen que los mejores sistemas de lectura
analógica sean la joya de los equipos de High-End más evolucionados. El audio
digital de hoy en día es un sistema de codificación cuya resolución es
incuestionablemente inferior a la de los mejores equipos analógicos, realidad
que debería ser considerada muy seriamente por todos aquellos que creen en el
High-End como medio para capturar la ilusión de sonido absoluto.
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