Millones de visitantes de la página de Internet (www.blairwitch.com)
creada ex-profeso para la ocasión, recaudaciones millonarias en el
verano estadounidense, decenas de desmayos y crisis nerviosas entre los
asistentes menos prevenidos (retrotrayéndonos a los gloriosos tiempos de
histeria de El exorcista)... Lo que empezó como ejercicio de fin de
carrera de un par de espabilados estudiantes de cinematografía, Daniel Myrick y
Eduardo Sánchez, se ha convertido, para sorpresa incluso de los propios
directores/guionistas/montadores, en la más refrescante y terrorífica
propuesta independiente de la temporada./ La cosa gira en torno a una expedición de tres aguerridos
jóvenes de 1994 a los bosques de Black Hills, en el estado de Maryland, para
grabar un documental sobre la leyenda de la bruja de Blair. Misteriosamente
desaparecidos en plena faena, se encontró un año después el material que
habían rodado los estudiantes. Como si de la caja negra de un avión se
tratara, la película de 16 mm. encontrada captaba la escambrosa escalada de los
malogrados chicos al límite de sus posibilidades.
El caso es que el resultado tiene toda la fuerza de una ópera
prima que se precie y bastantes y originales propuestas como para llevar al
espectador a experimentar lo que es el miedo.
/ |
Un rodaje muy real
Lo que más ha impresionado a los espectadores de The Blair witch
project es la fuerte sensación de realidad que se respira en el
filme. No es para menos. Al parecer los directores soltaban en el bosque
cada mañana a sus intérpretes con la única ayuda de unas mínimas
nociones del trabajo para la jornada y una mochila más que escasa de
provisiones. Y, por si ello fuera poco, sembraban el camino de los
intrépidos actores con toda suerte de obstáculos que acababan por
provocar en ellos el terror, en el mejor de los casos. Tal vez por eso den
esa evidente sensación de autenticidad los gestos de horror y pánico de
los protagonistas en algunos momentos del filme: son tan reales como las
emociones que en esos momentos experimentaban y que la cámara de los
traviesos cineastas captaban para siempre. |